Querida Familia, queríamos compartirles una enorme alegría que hemos vivido en nuestro Colegio.
Hace tiempo comenzamos con un pequeño y a la vez enorme proyecto: ¡Que nuestra Queridísima Madre de Luján sea cada vez más conocida y amada por los niños y jóvenes de nuestro Colegio, que cada día la sientan más cercana y más Madre!
Al inicio de este año le hicimos la propuesta a nuestras jóvenes del quinto y último año del secundario, que nos ayudasen a hacer amar más a María; que ellas, por ser las mayores, podían ser el ejemplo para las más chicas y que podían tener el honor de estar a cargo de este bellísimo apostolado; que, como las hermanas mayores que son de esta pequeña familia, les enseñasen a acercarse a esta Madre tan Buena.
Para entusiasmarlas en esta misión, entre otras cosas, les contamos quién fue el Negrito Manuel, poniéndolo como ejemplo de lo que ellas podrían ser, custodias de la Virgen y a la vez sus esclavas, las propagadoras de su devoción. Al presentarles este desafío les dejamos muy claro que de ninguna manera era algo “obligatorio”, ni tampoco era un “pedido” que les hacíamos, ya que sería indigno de la Virgencita que alguna joven la estuviera cuidando o sirviendo por obligación o como un favor. ¡Nosotras invitábamos a todas! ¡Pero no íbamos a obligar a nadie! Que la joven que quisiera tener el honor de ser custodia de la Virgen de Lujan, se anotara y eligiera por amor hacerlo.
Para alegría de todos, la mayoría de las alumnas del curso se anotó. No lo hicieron todas, y eso fue algo interesante, porque les mostró a las mismas jóvenes la posibilidad de jugárselas por lo que vale la pena, de vencer el respeto humano y apostar a que, con su ejemplo, tarde o temprano, ese resto también se una a la guardia de honor de la Virgencita.
Unido a esta iniciativa, las aspirantes que son jóvenes de nuestro colegio también, se propusieron regalarle al nivel secundario una hermosa réplica de la Virgen de Luján, que por años había estado en nuestro Aspirantado Beata Laura Vicuña. La intención de este gesto es que esa misma Virgencita, que reinó entre ellas, que tanto las escuchó, que las vio cada día crecer, sea ahora la que vaya a quedarse entre tantas jóvenes para hacerles mucho bien, para despertar en sus corazones el anhelo de las cosas más altas, las pocas cosas por las que vale la pena vivir y morir.
Además de comenzar de a poco a formar este grupo de guardianas de María, preparamos con ellas la bienvenida de la hermosa réplica de la Virgen de Luján. Quisimos que todos se enteraran que llegaba la Madre, y que llegaba para quedarse.
Las jóvenes fueron quienes organizaron todo. Junto con las hermanas, prepararon un hermoso altar en el centro del patio cerrado de nuestro Secundario, el lugar donde las jóvenes se recrean, juegan y charlan. La Madre quiere estar cercana a ellas, para escucharlas en sus penas y alegrías, para que la puedan saludar al llegar y al irse, para que al entrar a la escuela lo primero que vean sea a su Madre que las estaba esperando. Para que recurran a ella cuando algo les preocupa, para que le lleven a sus amigas más extraviadas y las animen a conocer a esta Madre tan Dulce y Buena.
Junto al hermoso altar, las jóvenes le hicieron alfombras de aserrín teñido en distintos colores con una frase muy elocuente del Negrito Manuel: “soy de la Virgen nomás”.
Ese viernes 13 de agosto por la mañana, el día de la Santa Misa semanal, las chicas fueron llegando y comenzamos los últimos preparativos. Las aspirantes venían en procesión hasta la entrada del callejón del Colegio, traían la Virgencita en andas entre cantos y vivas. Todas las jóvenes del colegio secundario estaban esperándolas en ese punto. Cuando llegaron, las aspirantes le entregaron el anda a sus compañeras del Colegio, quienes la llevaron por todo el callejón de entrada en procesión, mientras se le cantaba y rezaba.
Quisimos aprovechar esta ocasión para que nuestros niños más pequeños del Primario la recibieran también, ya que ellos están comenzando la preparación a la Consagración a María. Así fue que cuando llegaron las jóvenes a la puerta de la escuela, estaban todos nuestros niños afuera, esperándola con pañuelitos, cantos y flores. Era hermoso ver cómo los niños edificaban a nuestras mismas chicas, ya que ellos, como es propio de los niños, sin ningún respeto humano, vitoreaban a la Virgen con toda la fuerza de sus pulmoncitos, le cantaban y la aplaudían, le tiraban flores y papelitos, con tanto amor y entusiasmo, que más de una nos emocionamos al ver semejante escena.
Ingresamos al salón con todos las jóvenes y niños y colocamos a la Virgencita en su nuevo altar. Pasaron dos chicas de quinto año, una aspirante: Pilar, y una joven laica: Clarita. Pilar les habló a todas las jóvenes contándoles por qué quisieron regalar esta imagen tan querida de la Virgen María a ellas, alentándolas de manera muy elocuente a que la amen y se acuerden que tienen esta Madre. Luego Clarita le agradeció a Pilar en nombre de todas las alumnas del colegio, y comenzó a hablarles a sus propias compañeras de que aprovechen este regalo tan pequeño como inmenso a la vez….
Las dos dijeron palabras muy sentidas y profundas, mientras la Virgencita, ya acomodada donde deseaba quedarse, las miraba y escuchaba atenta. Participamos con gran devoción de la Santa Misa, en la que el padre Juillerat nos habló hermosamente sobre el amor a María. Los alumnos más pequeños, del Jardín de infantes, quisieron llevarle flores, por lo que, en el momento de la consagración a María, pasaron todos en fila a dejarle cada uno con cariño su flor.
Al terminar todo, se sentía una alegría en el ambiente que era difícil de explicar. Mirarla a la Virgencita ahí, en medio de nuestro patio, desde donde va a poder observar cada alma de nuestras alumnas y a todos sus hijos, grandes y pequeños, que pasan durante el día frente a Ella. Verla ahí, Madre, ¡qué paz nos venía al corazón!, como cuando llega la mamá a la casa, ya todos están tranquilos…, así se sentía, así lo sentíamos las religiosas, Ella como mamá cuánto nos va a ayudar con nuestras jóvenes, Ella las llevará a Jesús, Ella les hará enamorarse de la pureza, Ella les hablará al corazón, a lo más profundo donde sólo una madre puede llegar…, Ella les mostrará cómo vale la pena darlo todo por su Hijo, Ella las llevará al Cielo…
Qué alegría, qué tranquilidad, qué esperanza: La Madre llegó para quedarse, y conociéndola, no va a moverse jamás de allí.
Les pedimos oraciones para poder continuar con este Proyecto que no es otra cosa sino poder hacer amar más a Nuestra Madre del Cielo, ¡la moldeadora de los santos de los últimos tiempos!
¡Viva la Virgen de Luján y viva la misión!
Madre María Madre Virgen y hermanas de la comunidad Santa María de Cleofás















