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 Tiberíades, 23 de octubre de 2013.-

Queridos amigos,

Pido perdón por no escribir antes, como me lo han pedido varios, pero no he podido. Ya casi terminando esta peregrinación, puedo dedicar un tiempo para escribir. Espero que sea de utilidad.

Estamos de peregrinación 47 personas oriundas de San Rafael, Mendoza, Tucumán y San Luis. Somos dos sacerdotes, el padre Rodrigo Retes y yo.

La peregrinación abarca Roma y Tierra Santa. Tiene objetivos bien concretos:

  • En Roma: afirmar nuestra fe.
  • En Tierra Santa: encontrarnos con Jesús y traerlo en nuestras vidas.

Hasta el momento hemos recorrido Roma, Jerusalén y la Galilea.

¿Qué cosas decir de Roma?

Realmente los peregrinos hemos aprovechado al máximo todo. Llegamos el mismo miércoles y pudimos participar de la Audiencia General del Papa. Hubo que correr para esto pero fue posible y se corrió. El padre Rodrigo, junto con seis peregrinos más, pudo saludarlo personalmente, besarle la mano, decirle de dónde éramos. Fue una gran felicidad para todos.

El día domingo, en que el papa consagro el mundo al corazón inmaculado de María, pudimos concelebrar entre miles de sacerdotes. Nuestros peregrinos madrugaron muchísimo para poder estar  lo más cerca posible. Estaban muy emocionados con esto.

No se puede pasar por alto la alegría espiritual que produce el poder estar junto a Pedro, el que entregó su vida por Cristo y está sepultado bajo el altar mayor de la Basílica Vaticana, como del Pedro vivo en la persona de Francisco.

La cercanía de los santos, la universalidad de la Iglesia en Roma, la belleza de las iglesias, donde se ha hecho lo mejor para Dios, nos llevó a reflexionar, rezar, emocionarnos mucho de poder tener esa experiencia eclesial.

El misterio de la comunión de los santos se hace más manifiesto estando junto a sus reliquias.

Nos ayudó muchísimo la presencia del padre Eduardo Haist que nos acompañó la mayor parte del camino explicándonos sobre las catacumbas, los monumentos que vimos, contando historias de los santos, haciéndonos reflexionar en los distintos lugares que visitamos con él.

Debemos agradecer al superior de los religiosos de Italia, el padre Ernesto Caparrós, parroquiano de Kolbe, que permitió la compañía del padre Eduardo. También nos recibió en el Seminario Mayor de Montefiascone; aunque esto merezca un capítulo aparte.

Nuestro Seminario en Montefiascone y la casa de formación de las hermanas en Tuscania, se llevaron los aplausos de los peregrinos. Todos estaban muy edificados al ver la servicialidad y alegría de los religiosos; al comprobar que había jóvenes de tantos países que abandonaron todo por Cristo.

Algo parecido ha sucedido en Belén cuando estuvimos en el hogar de niños discapacitados. Varios religiosos dieron testimonio y esto impresionó a los peregrinos. La Madre Delle Grazie (que nos acompañó en la peregrinación porque está con nosotros su mamá); la Madre Fátima, la Madre Nazaret, las hermanas del mismo hogar y el padre Gabriel Romanelli, conmovieron a los peregrinos por la entrega generosa y alegre que hacen a Jesucristo en la persona de los más pobres. Es que realmente fuimos a Tierra Santa para buscar al Señor y traerlo en nuestras vidas y vimos que era posible porque esos religiosos lo llevaban encarnado.

Se cuenta que San Ignacio de Loyola dijo leyendo la vida de los santos: “¿Si ellos pudieron, por qué yo no?”, algo parecido podíamos decir a partir de esto: “Si estos religiosos sirven a Dios con tanta generosidad y alegría ¿Por qué no podré hacer yo otro tanto?”

 Hablar de la Tierra de Jesús genera emoción. Una palabra que está escrita por todos lados nos llenaba de alegría y emoción: HIC, aquí. Estamos pisando la tierra que pisó Nuestro Señor, donde se dignó a Encarnarse, donde vivió con su Santísima Madre; donde trabajó, donde predicó, donde murió. Hic, aquí, aquí…

Rezar en esos lugares, arrodillarse y pedir las gracias necesarias, aquí, hic, donde sucedieron los hechos. ¿Cómo no emocionarse en la gruta de Nazaret; en el lugar donde nació en Belén; donde predicó el sermón de la montaña; donde multiplicó los panes; donde dio el primado a Pedro; donde tuvo su agonía; donde fue aprisionado; flagelado; condenado; crucificado; ungido; sepultado y donde resucitó?

Hemos tenido algunas catequesis para poder aprovechar más la peregrinación. Pudimos renovar las promesas de nuestro bautismo en el río Jordán y los matrimonios renovaron sus promesas matrimoniales en Caná de Galilea.

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En todos esos lugares hemos rezado en comunidad, leído la palabra de Dios y meditado en silencio.

Yo, particularmente, he rezado por las almas que me han sido encomendadas; por aquellos que me han pedido particularmente que lo haga; por los niños, los jóvenes y los adultos de mi parroquia. Por los alumnos del Bachi. Por los matrimonios.

Quisiera que todos consideraran la posibilidad de tener esta experiencia. Ojalá pudieran ir a Roma a confirmar su fe y venir a la Tierra de Jesús para buscarlo y llevarlo en sus vidas.

Ojalá los peregrinos reflejemos a Jesús cuando volvamos a San Rafael.-

P. Raúl Harriague, IVE