Por: P. Diego Cano, IVE
27 de febrero de 2021
Durante estos días de vacaciones en Argentina, he tenido la oportunidad de estar con mucha gente para contarles sobre la misión de Tanzania. Una de las preguntas obligadas es: ¿Qué hacemos en Tanzania? Mi primera respuesta es que como somos sacerdotes y misioneros, nuestro principal trabajo es el sacerdotal, es decir, ejercer nuestro sacerdocio a plenitud. Esto significa que nuestro principal trabajo es celebrar misa, confesar, predicar, bautizar, visitar a los enfermos, dar catecismo, etc. Mi respuesta, si bien apunta a lo más importante, queda incompleta, pues juntamente con todo eso, que no es poco, también en la misión de Tanzania “hacemos mucho más”. Para esto debo explicar que no estoy solo, sino que somos varios sacerdotes, y que también están misionando las Hermanas Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, “nuestras hermanas” como decimos.
Nuestra obra misionera se completa justamente porque somos una Familia Religiosa, y por eso se puede hacer tanto, porque tenemos “espíritu de familia” y “trabajamos en equipo”.

Recuerdo que cuando apenas había llegado a Tanzania, en enero del 2013, las hermanas comenzaban con el jardín de infantes de la escuela. Yo tenía apenas dos días de llegado, y no entendía ni jota de lo que se decía, todo en swahili. Estuve en la Misa de inauguración, y para la ocasión vinieron el obispo, todos los sacerdotes de la diócesis, y religiosas de otras congregaciones. Desde entonces la escuela ha ido creciendo año a año, sumando un curso, sumando aulas. Dios mediante este año 2021, en diciembre, se egresarán los primeros niños del 7º grado.

La obra de la escuela es una gran obra, no sólo por el esfuerzo material, que no es poco, sino también por lo que significa poder darles esta oportunidad a nuestros niños. Las escuelas estatales están atestadas de niños, y en cada aula suelen estudiar no menos de 100 niños. A veces llegan a ser 120 niños, con un sólo maestro. Por dar algunos ejemplos, en la escuela del estado que está junto a la misión, estudian 1.600 niños. En otra escuela, en Kangeme, asisten el doble… 3.400 niños. Muchas veces los niños tienen clases al aire libre, debajo de un árbol, sentados todos en la tierra. En otras ocasiones deben aguantar el sol, o se ven imposibilitados de estudiar cuando llueve. Es costumbre en estas culturas, que el maestro enseña con un puntero, que generalmente lo usa para castigar a los niños. Es por eso que un maestro está al frente de tantos niños… y es más temido que amado. También me imagino que es muy complicado para un maestro conocer a todos sus niños, y saber cuál es la dificultad de cada uno. Ni siquiera saben si están todos en clase. Dentro del aula los alumnos se sientan donde pueden, a veces de a tres por banco, codo a codo, y algunos sentados en el piso.


No nos olvidemos de destacar que en la escuela las hermanas y profesores les enseñan a los niños con muchísima caridad y paciencia, aplicando el sistema Preventivo de Don Bosco. En algunas aulas hay 20 alumnos, mas o menos, cada uno bien sentadito en su banco. Está prohibido a los maestros usar de castigos físicos. Los recreos son muy animados, en el patio donde pueden jugar a la pelota y otros juegos. Las hermanas ayudan a muchos de estos niños a que tengan su uniforme, o sus zapatos, y útiles escolares. Muchos de ellos no pueden conseguir todo, y las hermanas no quieren que dejen la escuela por carecer de estas cosas. La escuela les enseña virtudes humanas, formación intelectual, y sin olvidar de lo más importante: les enseñan a conocer a Dios, conocer la fe, el catecismo.

¡Felicitaciones hermanas y muchas gracias por esta gran obra en bien de las almas!
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE