Con gran alegría hemos dado por finalizado los juegos florales, los cuales estuvieron dedicados a San José en su año. Los equipos llevaron los nombres de tres virtudes del gran patrono: fe, obediencia y humildad.

Resulta difícil explicar con exactitud lo que han sido estos días en el hogar. Fueron momentos hermosos que se quisieran conservar para siempre en el corazón; pienso en sus rostros alegres y llenas de entusiasmo, que nos alegran también a nosotras.

Durante el Santo Rosario nos causaba mucha admiración que nuestros niños hicieran peticiones como esta: “que esta semana aprendamos a imitar estas virtudes de San José” o esta otra “debemos esforzarnos y dar lo mejor, si total es todo para Dios”.

Se vivió un clima de mucha alegría, compañerismo, mucha paciencia y sobre todo caridad. Pero también mucha superación, aun en cosas muy pequeñas, como ofrecer el cansancio por el equipo o el vencerse explicando la virtud del santo delante de todas, con el temor de que no se entienda. Cada una se superó en lo que más le costaba y aceptó gustosa sus propios límites dando todo lo que podía dar.

Hemos realizado actividades propias de los Juegos Florales. En las competencias de estandartes, los tres equipos representaron de modo muy significativo que San José vivió las virtudes en grado heroico y que sólo lo hizo por amor, sin dejarse amedrentar por las distintas circunstancias, mas siempre confiando en el plan providencial de Dios; en la explicación de la virtud pusieron ejemplos de cómo debían imitar tal virtud haciendo aplicaciones prácticas para su vida cotidiana. También tuvimos competencias de cocina, manualidades, baile, canto, competencias culturales. Pero donde realmente se destacaron fue en las competencias de catecismo, conocen las verdades de fe muy bien y las penetran con mucha sencillez. En las competencias deportivas, era “todo o nada”, las jugadoras parecían atletas profesionales (al menos en la voluntad) y era emocionante ver participar también a las de silla de ruedas; cerramos los Juegos con una obra de teatro escrita por la hermana María de las Virtudes para esta ocasión, donde representaban los dolores y gozos del Santo Patriarca.

De nuestra parte debemos decir gracias, porque vivimos en un clima hermoso de familia, porque fuimos testigos de renuncias y muchos sacrificios, porque experimentamos que Dios se vale de nuestra nada, de nuestras falencias para guiar almas tan pequeñas, tan delicadas y que le son muy agradables a su corazón.

Damos gracias a todos los que nos ayudaron, a los que hicieron de jurado y a los que vivieron con nosotras estos días. A Dios que nos ha llamado a ser misioneras y que día a día nos sostiene y llena de sobrenatural entusiasmo por hacer obras grandes por El.

                                                   ¡QUE VIVA LA VIRGEN! ¡QUE VIVA LA MISIÓN!

Hna. Gozo de los Afligidos