Queridos todos:
Hace ya casi dos años que estamos en esta tierra de misión y queríamos compartir con ustedes dos de las actividades apostólicas de este tiempo post-pandemia.
El primer domingo de octubre hemos comenzado con clases para monaguillos. Por gracia de Dios son varias las familias con niños que vienen los domingos a nuestra capilla, ya que la parroquia a la que pertenecemos, San Marín de Tours, sólo tiene Misa los sábados por la tarde, aunque varias de estas familias vienen de otras parroquias o diócesis vecinas.
Providencialmente, durante este tiempo de pandemia, hemos conocido a Robin. Digo providencialmente, pues se acercó a nuestro convento para poder participar de la Misa Dominical, que estuvo tan restringida los meses pasados. Robin, además de ser un joven piadoso y recto, sabe muy bien lo que significa e implica el servicio en la Santa Misa. Es por eso que le hemos pedido que se encargue de dar una vez al mes clases sobre la Santa Misa a los niños, y en los restantes domingos hacer las prácticas “in situ”; ellos, por su parte, están respondiendo muy bien a sus enseñanzas y están preguntando toda la semana a sus mamás si “el próximo domingo” van a poder ir a la Misa “al Convento de las hermanas”. En total son 5 niños, quienes hacen turnos para ayudar en la Misa, incluso hay dos más que ya ha dicho que quieren venir.
Como dice la Instrucción “Redemtionis Sacramentum”: “Es muy loable que se conserve la benemérita costumbre de que niños y jóvenes, denominados normalmente monaguillos estén presentes y realicen un servicio junto al altar, como acólitos, y reciban una catequesis conveniente, adaptada sobre esta tarea. No se puede olvidar que del conjunto de estos niños, a lo largo de los siglos, ha surgido un número considerable de ministros sagrados[1]”
Aunque esperamos que de aquí también salgan grandes vocaciones sacerdotales para la Iglesia, también es verdad que, ya el hecho de que reciban una catequesis adecuada (para un conocimiento más profundo del Misterio de la Santa Misa) es para ellos y para sus padres algo que los llena de agradecimiento. Les pedimos oraciones por estos niños, para que sean verdaderos servidores del Verbo Encarnado.
Recibiendo algunas indicaciones antes de la Misa
Aprendiendo a tocar la campana
También, desde hace ya cuatro meses, hemos comenzado con la Adoración de las 40 Horas, en nuestra capilla, eligiendo siempre uno de los tres días más accesibles para las mamás y para nosotras, según los apostolados que tengamos en esos días o las clases de idioma que cursamos. Ha sido de mucho fruto y muchas mamás se anotan para rezar por las vocaciones y la perseverancia de todos nuestros religiosos. Todas nos han agradecido la oportunidad de rezar ante Jesús Sacramentado, en silencio. Una mamá vino de la ciudad de Gante y estuvo más de tres horas rezando ante Jesús Sacramentado! En algunos casos también se unen a rezar papás, niños y jóvenes. Gracias a Dios la conciencia de la necesidad de la vida religiosa en la Iglesia sigue siendo algo vivo en muchas familias de ésta hermosa zona de Flandes.
Encomendamos nuestra misión a las oraciones de todos.
Servidoras en Bélgica.
[1] Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos, Instrucción Redemptionis Sacramentum, n. 47.