Con ocasión de la llegada de las primeras Servidoras a Tierra Santa hace 25 años, quisimos donarle una corona nueva a la Virgen de Luján, en agradecimiento por tantas gracias recibidas. Lamentablemente, por las restricciones de la pandemia, la corona y la aureola con 12 estrellas, llegaron tarde desde España y por eso elegimos el pasado 8 de mayo para hacerle este regalo a la Santísima Virgen.
La Santa Misa fue celebrada en la Capilla de la Casa de San José, en Belén, por el P. Carlos Ferrero, Superior Provincial del IVE en Tierra Santa y el P. Jason Jorquera, Abad del Monasterio del IVE en Seforis. Estuvieron presentes la mayor parte de las hermanas de la Provincia, presentes en Israel y Palestina.
Después de la Homilía ofrecimos la corona y luego de bendecirla, el P. Carlos se la colocó a la imagen de la Virgen de Luján, que pertenece a la Casa Provincial.
Fue muy emocionante, constatar nuestra miseria y nada ofreciéndole tan simple regalo a la Reina del Cielo, cuya corona no es de oro, sino formada por las más bellas estrellas del firmamento, porque es la Reina de toda la creación. Pero allí estábamos las Servidoras a los pies de nuestra Madre, haciéndole don, junto con esta corona, de todo nuestro ser para decirle nuevamente: “TOTUS TUUS MARIA”.
Somos tuyas, Madre y todo lo nuestro es tuyo. Por eso no decidimos en nuestra vida, según nuestra voluntad, sino que todo lo decides Tú por nosotros; Tú, que contemplas la Providencia Divina y eres parte de ella, ¡Dispensadora de gracias!
Somos tuyas, oh Reina, y no tememos los peligros de la misión, aun en los lugares más hostiles y de guerra, porque estamos bajo tu manto. ¡Oh Baluarte inexpugnable!
Somos todas tuyas, oh Primera Servidora, y nuestra vocación es tuya, y tuyos nuestros votos sellados para siempre en el mismo altar donde tu Divino Hijo se inmola incruentamente en cada Santa Misa. Confío por esto que nuestra perseverancia es tuya, porque por nuestro cuarto voto, somos cosa y posesión tuya, ¡oh Madre de los consagrados!
Somos todas tuyas, Madre; nuestra misión es tuya, como tuyas también son nuestras obras en esta Provincia; tuyos los logros y tuyas nuestras penas y pruebas, porque eres nuestra Madre, desde aquel instante de la Encarnación, al engendrar al Verbo en tu seno purísimo.
Al contemplarte, tan simple y hermosa en tu imagen de Luján, nos sentimos seguras. Tu has querido acompañarnos y estar aquí, en esta Tierra donde naciste, donde viviste y fuiste parte de los inefables misterios de la Encarnación, vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios.
Por todo esto, te pedimos que nos concedas la inestimable gracia de ser fieles nuestro carisma y a la misión recibida hace 25 años por nuestro Instituto en Tierra Santa.
Intercede por nosotros, y por nuestra amada Cogregación, para que vivamos con plenitud nuestros votos religiosos y que cada día profundicemos en nuestra vocación, como “don de la Santisima Trinidad” (Vita Consecrata N.5).
M. María del Cielo
Misionera en Tierra Santa