Por: Sem. Benito José Piergentili
Nihuil, Mendoza, Argentina
30 de diciembre de 2023
Voy a escribir acerca de lo que sucedió entre los días 13 y 20 de diciembre en el “Nihuil”, a unos 70 km de San Rafael (Mendoza). Para los desconocidos de este lugar, es una localidad del departamento de San Rafael que se encuentra a orillas del “Embalse El Nihuil”. Allí, en un camping a pocos metros del lago, fue donde se realizó el Campamento de niños, entre 6 y 13 años.
Pero, ¿en qué consiste un campamento de niños?… Nuestros campamentos deben ser escuela de vida. Es decir, deben crear el ambiente para que los niños y jóvenes crezcan en las virtudes. Ciertamente no podemos imponerle la virtud a un niño, eso es algo personal, pero sí podemos crear las aptitudes (austeridad, sacrificio, evitar la comodidad, el materialismo, etc). Entonces el objetivo de los campamentos es que los niños crezcan en virtud, por eso debemos darles elementos y crearles el ambiente para que crezcan espiritualmente, y al volver a sus hogares “la vida no los aplaste” (como dice Fray Petit de Murat refiriéndose a lo que sucede si no tenemos virtudes), el pecado no los corrompa, el demonio no los engañe, el espíritu del mundo no los absorba[1].
Junto con San Juan Bosco podemos decir que el campamento tiene una doble finalidad: “formar buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Esto se alcanza por medio de las distintas actividades del campamento: Religiosas: Santa Misa, rosario, oraciones de la mañana y de la noche, sacramentos (confesión, comunión); Deportivas: competencias de distintos juegos en equipo e individuales, caminatas, escaladas; Artísticas: Representaciones teatrales (parábolas), canciones, himno y estandarte del equipo; Sociales: trabajos comunitarios, servicio, cocina, limpieza; Intelectuales: competencias de catecismo, exposición de vida de santos, charla formativa[2].
Este año los niños eran alrededor de 95. Tres eran los sacerdotes encargados, 1 diácono, unos 10 seminaristas mayores, 20 seminaristas menores y 5 ayudantes fueron quienes ayudaron en la organización de esta actividad. Sumando, 140 personas más o menos. Esto implicó mucho trabajo de organización, especialmente la semana anterior a comenzar el campamento.
Fue necesario armar carpas grandes donde pudiesen dormir los chicos y algunas carpas chicas para los ayudantes. Tuvimos que poner en condiciones el baño del camping, la electricidad, el agua, cortar el pasto, etc. También hubo que armar una “cocina a lo campamento”, al aire libre. Esto quiere decir que se cocinaba a leña y la leña hubo que ir a buscarla.
Todas las cosas necesarias para armar el campamento, para la cocina (la comida, las ollas y demás elementos de cocina), para los juegos, etc las llevamos desde San Rafael en un camión 1114, el famoso “Trueno”. Con los chicos tuvimos que hacer 2 viajes con un colectivo el día 13 y el día 14 para llevarlos de San Rafael al Nihuil y unos 31 niños llegaron directo al Nihuil desde Bs As (desde donde todos los años viene un colectivo con niños y niñas para el campamento).
Una vez que llegaron los chicos que habían tenido el acto de fin de año del colegio, el día 14, ya estaban todos los participantes del campamento. Asique, sin más demora comenzaron las competencias del campamento. Se dividen los chicos en 4 equipos con un jefe a la cabeza y se le designa un patrono que los identifique a lo largo del campamento. Este año los patrones fueron: San Kisito, San José Sanchez del Rio, Beato Rolando Rivi y San Cristóbal Tlakxkla, los 4 murieron mártires y siendo niños.
El día comenzaba con el silbatazo del “imperium”. El imperium se le llama al silbato porque en el campamento toma un rol de imperio, de mando. Asique los niños ni bien escuchaban el silbatazo salían desesperados de las bolsas de dormir, se ponían en los pies lo primero que encontraban y se iban a formar con su equipo porque la formación de la mañana suma muchos puntos. Luego salían a correr un poco. Esto significaba mucho sacrificio y esfuerzo de parte de los chicos. Seguidamente se iban a higienizar y preparar para la Santa Misa. Sumaba puntos también la competencia de “peinnati”, que consistía en la selección de los mejores peinados luego del tiempo de higiene. Todo esto también es muy formativo para la dimensión humana y porque se les enseña a los chicos a prepararse debidamente para la Santa Misa. Luego de las oraciones de la mañana, se daba un propósito a cumplir a lo largo del día (generosidad, piedad, devoción, esfuerzo, etc).
La Santa Misa es el momento más importante del día. Durante la celebración había sacerdotes escuchando confesiones y los chicos se acercaban frecuentemente. Participaban activamente, cantaban y se notaba el clima de devoción por el silencio y la atención que tenían. Al finalizar la Santa Misa se les hacía preguntas sobre las lecturas, el evangelio, el sermón. Gracias a Dios en la misa de cierre del campamento, 4 chicos recibieron su primera comunión con mucho fervor.
Tenía lugar después el desayuno (a veces antes de la Santa Misa) y acá comenzaba el trabajo de los cocineros (que en realidad se levantaban temprano y se ponían a preparar el desayuno para todos). ¡Imagínense! ¡Cocinar durante 7 días para alrededor de 140 personas! ¡Y con hambre! Obviamente, recibieron unos merecidos aplausos durante estos días. Para una cena hicieron empanadas, ¡Cerca de 800 empanadas!
Todos los días teníamos también tiempo de trabajo comunitario, a cada equipo le tocaba algo en particular. A algunos ayudar en la cocina, otros juntar un poco de leña, otros limpiar el lugar donde comíamos, etc. Luego del almuerzo había un buen rato para preparar el estandarte, el himno y el lema que luego presentaría cada equipo. Esto hace que los chicos conozcan la vida del patrono que les tocó y desarrollen sus dotes artísticos, músicos y creativos. Muy importante era también este tiempo para estudiar el catecismo que es la competencia que más vale.
Tanto por la mañana como por la tarde realizábamos las competencias de juegos. Según como estuviese el tiempo (a veces por el sol, otras veces por la posible lluvia) hacíamos las competencias a orillas del lago. Entre festejos e hinchadas se notaba el esfuerzo y el amor por los colores que tenían los chicos. Destacamos aquí el compañerismo y buen espíritu que vivimos a lo largo de todos los juegos. Finalizados los juegos, volvíamos al campamento rezando el rosario para luego tener la charlita formativa y un día, la presentación teatral de las parábolas.
Hubo un día a la tarde en el que los más grandes del campamento hicieron una salida al cerro Nihuil, conquistando la cumbre luego de 2:30 hs de subida. Los más chicos disfrutaron la tarde a orillas del lago jugando al fútbol, al tejo y armando castillos de arena con túneles y todo. Fue una tarde más libre y de descanso, la cual terminamos comiendo un riquísimo helado a orillas del lago.
Algo fundamental, que los chicos a pesar del cansancio esperan todo el día, son los juegos nocturnos. Es así, como después de la cena teníamos estos juegos inolvidables para los campamentistas bajo la luz de la luna. Finalizábamos el día con las oraciones de la noche y algún pensamiento a modo de buenas noches como lo hacía San Juan Bosco. Y así, terminaba un día más del campamento, difícil de borrar de la memoria.
Y por medio de estas cosas se busca lograr que los chicos se acerquen más a Dios. El campamento no es el fin. No es lo más importante haber salido primero en las competencias, haber ganado el torneo de fútbol, haber pintado el mejor estandarte. Estas cosas son solo medios. El campamento es solo un medio para alcanzar el fin: Acercarse más a Dios. No se busca otra cosa.
A pesar de que a los niños les encanta jugar, divertirse en los juegos y obviamente ganar, hay muchos de ellos que lo que más recuerdan son esos rosarios rezados caminando de vuelta al camping, las misas en las que tuvieron la gracia de ayudar como monaguillos, las charlitas formativas, etc. Esa experiencia de cercanía con Dios es lo que les marca un recuerdo imborrable en el corazón, es lo que los hace crecer en amistad con Él. “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios” (Mt 19, 14). Recuerdo el testimonio de un niño que fue al campamento, y que a la pregunta de su mamá de qué había sido lo que más le había gustado del campamento fue: “los sermones del padre en las misas”.
Agradecemos a Dios por la inmensa gracia de haber podido realizar un año más esta actividad tan necesaria para los niños, que tantas fuerzas les da para volver a sus casas para navidad y vivir como buenos cristianos. Ponemos en las manos de la Santísima Virgen María, madre de los niños, los frutos de este campamento y pedimos que proteja a sus familias y las mantenga siempre unidas a imagen de la Sagrada Familia de Jesús, María y José.
Sem. Benito José Piergentili
[1] Prólogo del Padre José Vicchi, IVE a un vademecum para campamentos.
[2] Trabajo elaborado por el Padre Diego Cano, IVE.





