Por: Sem. Benito José Piergentili

“La humanidad tiene la necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador” (San Juan Pablo II). Por eso, por gracia de Dios pudimos volver a realizar el tan esperado Campamento del Estudiante 2021 esta vez en nuestra querida Finca.

Luego de haber participado en varios de estos campamentos, me tocaba por primera vez ayudar a organizarlo como seminarista, ya que el año pasado no pudimos hacerlo por la pandemia. Pero Dios quiso que estuviese en la portería del seminario, asique viví el campamento de un modo particular. El resto del día que no estaba en la portería aprovechaba a asistir a las actividades que se estuviesen realizando y a hacer un poco de apostolado. Al no estar trabajando ni estando pendiente de algo, podía contemplar, capaz un poco mejor que aquellos que si estaban ocupados constantemente con alguna cosa, lo que estaba sucediendo.

Pude ver a los primeros chicos que llegaban junto con sus padres, a aquellos que venían de otras provincias en colectivos, hasta el último chico que dejaba la querida Finca una vez finalizado el campamento. Todos llegaron con una gran sonrisa, eso era lo que podía ver. Pero todos se fueron con una gran alegría interna, se llevaron muchas cosas que los hizo crecer. El neo-sacerdote Martín Conforte, que ya está en Alemania, les dijo a los chicos antes de partir, en su primera Misa para ellos: “no vuelvan a sus casas igual que como vinieron; hagan un cambio”. Los chicos lo cumplieron.

Era muy edificante ver a todos los religiosos trabajar juntos, levantarse temprano y ya ponerse a preparar las cosas para todo el día que aguardaba. Ya lo advertía el P. Tomás García el primer día en la misa para los religiosos: “Cada uno sacrificándose en lo que le toca da frutos y hace que el campamento prospere”. Creo que el cumplimiento de esto fue clave para la buena realización de esta, no muy larga pero intensa actividad. También el grupo de voluntarios, entre ellos las Voces del Verbo, dieron una gran ayuda (Desde 3 días antes ya estaban trabajando junto a todos los religiosos). Muchos de ellos tuvieron la gracia de participar cuando eran más jóvenes, y ahora agradecidos quieren devolver de algún modo eso que recibieron ayudando para que los que ahora participan puedan recibir lo mismo que ellos años atrás.

Al haber participado en una actividad como esta, uno sabe cuánto se recibe, y poder ver ahora que 600 chicos más están recibiendo lo mismo, lo ponen a uno muy contento.

Se notaba la sencillez con la que se iba formando un especial ambiente de confianza, que facilitó las buenas confesiones, las consultas con los padres sobre la propia vocación, matrimonial o religiosa, el aprovechamiento de las charlas de formación sobre la Lectio Divina, La Sábana Santa, y sobre la Sexualidad, y la amistad tanto entre los mismos chicos, como entre los chicos con los religiosos. Los chicos participaron de los diferentes talleres que se pudieron dar, tuvieron competencias deportivas, momentos libres, salidas a la montaña y los inolvidables fogones y bailes folclóricos luego de las comidas (Se formaron numerosas parejas que llenaban las carpas). Un clima de verdadera alegría, buen espíritu, de generosidad, de familia reinó a lo largo de todo el campamento, en todas las diferentes actividades que se realizaron.

Una de las cosas a destacar fue la participación piadosa de todos los chicos en lo que fue la liturgia, tanto en la Santa Misa, donde ellos mismos realizaban los oficios, como en las procesiones con el rezo del Santo Rosario, en las oraciones de la noche, etc. Durante las misas había sacerdotes escuchando confesiones y los chicos aprovechaban para renovar el dolor de las faltas cometidas. Hasta por gracia de Dios una joven en la última Misa recibió el Bautismo, la Confirmación y la Comunión. Desgraciadamente el mundo busca tapar lo que es el culto a Dios, algo tan natural en el hombre. Este campamento hace que los chicos descubran esa normalidad y sencillez de encontrar a Dios y tratar con Él, algo que es sumamente necesario en la vida del cristiano. A la pregunta de “¿Qué fue lo que más te gusto del campamento?” uno de los chicos respondía: “Lo que más me gusto fue la Santa Misa”. Y otro sorprendido decía: “Hace dos años que no veía nada de Dios, no podía hablar con Jesús; pero no me daba cuenta. En la primera Misa del campamento se me abrieron los ojos y pude ver a los sacerdotes y las religiosas; entonces me di cuenta de mis errores: pude rezar nuevamente y confesarme”. Pensé en los discípulos de Emaús…

Estas actividades hacen realmente cambiar a los chicos. Cuánta esperanza da ver jóvenes de todas las provincias participar de estas actividades tan edificantes y que llenan al alma de cosas buenas y sanas. Seguramente en la cabeza de los chicos quedó resonando lo que el P. Gonzalo Gelonch les decía en el Sermón del domingo: “Si al menos la mitad de nosotros fuese como la Virgen y como San José, que fueron verdaderos héroes para Israel, y solo ellos dos hicieron cambiar el mundo; la Argentina cambiaría, el mundo entero cambiaría”.

Y ellos mismos lo cantaban al comienzo de cada Fogón cuando las Voces del Chañaral entonaban el Himno del Estudiante: “La juventud no está hecha para el placer, sino para el heroísmo. Estudiante de caridad, defensor de la verdad, al mundo mostraremos que en Dios está la felicidad”.

Damos gracias a Dios, y a todos los que Él puso en medio, por haber podido realizar esta grandísima actividad con jóvenes. Todos estos frutos del campamento los debemos a San José, ya que a él nos consagramos junto con todos los jóvenes el primer día y a él le encomendamos el campamento. Por justicia debemos agradecerle por esta actividad apostólica que sin él no habríamos podido realizar. Y pidámosle a la Santísima Virgen María que proteja con su manto a todos estos jóvenes y los haga verdaderos héroes para la Patria Celestial.

Sem. Benito José Piergentili