Por: P. Diego Cano, IVE
Kangeme, Kahama, 22 de marzo de 2023
Durante este tiempo de cuaresma nos estamos esforzando en llegar a cada una de las aldeas de nuestras parroquias, para que todos puedan tener la posibilidad de confesarse. Por eso vamos con mucho tiempo, como para confesar a los que quieran, y luego, celebrar la misa. Ha sido un tiempo de intenso apostolado, pues entre ambas parroquias, de Ushetu y Kangeme, tenemos 43 aldeas que visitar, algunas de ellas bastante grandes, con mucha gente. Otras aldeas son pequeñas, pero nos quedan lejos, y se necesita un buen tiempo de viaje para llegar. Y sobre todo hay una zona, la del sur de la parroquia de Ushetu, donde siempre es complicado llegar en tiempo de lluvias. Este año no ha llovido como para llenar el río de agua, pero los campos de arroz se vuelven intransitables, y al llegar al río, aunque no es tanta el agua, se corre el riesgo de quedarse empantanados.
Gracias a Dios ya casi completamos todas las aldeas de la parroquia de Kangeme, creo que sólo nos faltan cuatro. Es un gran logro. En Ushetu todavía nos falta casi la mitad, pero veremos de completarla, con la colaboración de todos los padres. Tal vez nos ha ayudado a avanzar más aquí, el hecho de que hemos establecido una presencia en la parroquia de Kangeme, con el párroco (quien les escribe), más dos hermanos: Antony y Melchiori. Esta nueva presencia en una de nuestras parroquias la comenzamos el 20 de febrero, en la fiesta de los pastorcitos de Fátima, es decir, que ya llevamos un poco más de un mes. Vivimos en la casita que está construida para el sacerdote, pero que tiene tres habitaciones, un pequeño depósito de bártulos y herramientas, una habitación de funciona como mínima oficina provisoria, una cocina-comedor y una despensa. En este lugar todavía no ha llegado la luz eléctrica, así que usamos paneles solares y baterías, como ha sido en casi todos lados aquí en los inicios. De todas formas, parece que la electricidad llegará dentro de poco. Tampoco tenemos agua corriente, ni se dispone aquí de un pozo de agua para proveer de agua a la casa y la parroquia. En realidad, hay un pozo de agua a unos 700 metros de la casa, pero ha sido excavado para la comunidad, no para proveernos de agua a nosotros. Así que usamos el agua de lluvia, que se almacena en los tanques. Tenemos dos tanques de agua en la casa, uno de 5.000 lts y otro de 2.000 lts. Pero sabemos que esto nos ayudará durante un tiempo, cuando se acaben las lluvias, no será suficiente para pasar los seis meses de la sequía. Para mí es una alegría poder volver un poco en el tiempo, y recordar lo que fueron los primeros pasos de la misión de Ushetu, cuando juntábamos agua de lluvia, teníamos unos pequeños paneles solares y una o dos baterías. Es bueno poder experimentar otra vez un poco las incomodidades, y poder dejar un poco la casa en la que estaba tan acostumbrado a vivir. Parece que tendemos a instalarnos en todos lados, y viene bien un poco de movimiento en este sentido, para dejar esas pequeñas comodidades.
Pero bueno, la idea era contarles un poco del apostolado de estos días, ya que estamos pudiendo visitar muchas aldeas. Como ya se me fue media carilla con el asunto de nuestra mudanza a Kangeme, les contaré muy breve de la visita a Itobora. Esta aldea es la primera que se encuentra cuando uno viaja hacia el centro de Mazirayo. La capilla tiene por patrona a “Santa Teresita del Niño Jesús”, patrona de las misiones. Tengo muchos recuerdos de esta capilla, desde hace muchos años. Recuerdo haber escrito una crónica por allá por el año 2014, allá lejos y hace tiempo. Un poco he podido ver la evolución de esta capilla, en el sentido material y espiritual. En lo material o edilicio, puedo tener el honor de haber rezado en la anterior capilla, que era de barro y techo de paja, en el medio del pequeño poblado. Un lugar un poco incómodo, pues estaba rodeado de casas, callecitas que pasaban junto a las ventanas, y por lo tanto, gran cantidad de borrachos que iban y venían. Es una de las zonas con más paganos de esta parroquia, y se nota mucho en el ambiente, cuando pasamos con la camioneta muchos ni siquiera saludan, otros se ríen, otros hacen alguna broma, y muchos ni siquiera saben quiénes somos. La iglesia actual se encuentra en otro lugar, en un sitio que sería como uno de los márgenes de la zona poblada, en frente a una cancha de fútbol. La iglesia la comenzaron a levantar ellos, pero la verdad que si nos les ayudábamos, no creo que la hubieran terminado, pues la levantaban con ladrillos cocidos, pero pegados con barro. El tiempo de lluvias les lavaba el barro, y las paredes amagaban con caerse. Gracias a la ayuda de algunos amigos de mi provincia, San Luis, en Argentina, se les dio una mano para que pudieran terminarla, techar, hacer el revoque, piso, poner rejas en las ventanas, puertas de chapa, pintar, y construir un altar de ladrillos. Un detalle, es que ellos eligieron los colores, y cuando uno entra, le llama la atención, al menos al principio, el color celeste pileta de natación con que pintaron el interior. Luego uno se acostumbra.
Pero puedo decir que también he podido ver, y alegrarme por el progreso espiritual de esta aldea. Tuvimos muchas idas y venidas. Muchos catequistas que han pasado por ahí, muchos de ellos no dejando un buen ejemplo. Hemos tenido muchos líderes, que también dejaban mucho que desear. Y finalmente un coro con el que hemos tenido que combatir bastante para que entiendan que lo más importante es vivir la vida cristiana, y no ser simplemente una fuente de entretenimiento, al estilo protestante. Tal vez algunos de los lectores asiduos de este blog recuerden el caso, no muy lejano, de un maestro de coro, que vivía con dos mujeres, en poligamia, y al que le dije que cambiara de vida, pues era cristiano. Que se quede con la mujer con la que estaba casado legítimamente, y que entonces podría seguir dirigiendo el coro. No fue capaz de tomar la decisión, y a las pocas semanas lo encontraron muerto, fuera de su casa, tirado en un camino… había muerto repentinamente. Se trataba de una de las últimas llamadas que Dios hacía a su alma por medio del misionero. Rezamos por su eterno descanso, y no sabemos lo que Dios en su misericordia ha juzgado. Pero es una historia muy fuerte para un lugar de misión. Muchos entendieron que es muy importante arreglar las cuentas con Dios, y vivir cristianamente, recibiendo los sacramentos.
Actualmente hay una comunidad grande. El catequista se está esforzando, y lo tengo “cortito”, pues lo conozco de otras aldeas que ha atendido, y necesita tener quien lo controle. Por ahora va muy bien, y sobre todo ha entendido la importancia de enseñar el catecismo. Parecería algo evidente, pero no lo es tanto en estos lados, pues a muchos de los catequistas sólo les interesa dirigir la liturgia de la Palabra los domingos, y nada más. Enseñar el catecismo a los niños, y también a los adultos, les cuesta mucho sacrificio. Sobre todo enseñar a los niños. Pero bueno, de a poco, como les decía, vamos cambiando esta idea. Y por lo tanto da mucha alegría ver la iglesia llena, pero los que llevan el ritmo de las respuestas de las oraciones, son los niños y niñas. Sobre todo los que han participado de los campamentos de catecismo, y los campamentos de fin de año. Allí estaba un buen grupo de ellos, todos con las camisetas que les habíamos regalado. Muchos de ellos se confesaron, y una gran cantidad comulgó en la misa. También era una alegría ver algunas jóvenes del colegio secundario, que pidieron permiso para venir a la misa, y también vinieron a confesarse. Al ver sus caras uno recuerda que no hace mucho tiempo eran de las niñas que venían a nuestros campamentos.
Después de la misa nos sentamos debajo del único árbol que está junto a la iglesia, y allí trajeron la comida, que disfrutamos en compañía de los líderes. Pero también invitaron a los niños que son monaguillos, y a las niñas que son las que bailan en la misa (Watoto wa Yesu). Acabaron por poner el espíritu de fiesta, con sus risas, ocurrencias, y hasta con un pequeño show que improvisaron, con cantos de las niñas, destrezas de saltos y piruetas de los varones, y un squetch que hicieron entre todos. Da gusto ver que tengan esa confianza con nosotros, y que de un campamento a otro ya van incorporando el espíritu.
Bien, creo que ya estas dos cuartillas, se me han ido llenando como si nada. Eso significa que es hora de ir terminando esta crónica, y que me pueda ir a dormir. Me queda por contarles de una hermosa visita a la aldea de Bupandwamhuri, a la aldea de Irak, y a Namba Tisa. De nada me quiero olvidar, pues aunque sea un poco repetitivo, y siempre sean cosas muy de lo cotidiano, me sirve para que quede registrado. No podré dejar de contarles también de la visita del obispo en el día de ayer a nuestra casa de formación, al noviciado, y que presidió la misa de los primeros votos de una novicia, y la fiesta del jubileo de 25 años de religiosa una de las hermanas. Es la primera vez que un obispo preside la misa en ésa casa. Bueno, como verán queda mucho, y si me demoro, quedaré atrapado por todo lo que tendré que contarles de la semana santa. Así que espero poder escribirles pronto, no les dejaré descanso.
Recen mucho por nosotros, y por los frutos de la misión en nuestras parroquias de Ushetu y Kangeme.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE





