Por: Maria Filia Crucis, SSVM

Querida Familia Religiosa,

Desde las comunidades religiosas que trabajan en hospitales en Argentina, queremos compartir con ustedes algunas “florecillas” del tiempo de Cuaresma, más específicamente de Semana Santa.

Es una enorme gracia la de nuestra provincia religiosa, la de poder realizar nuestro apostolado en cuatro hospitales, cada uno con sus peculiaridades: atención de niños, de ancianos, etc., pero en todos estamos en contacto directo con Cristo sufriente. Queremos llevar a esas almas un poco de consuelo, queremos que sus sufrimientos se transformen en un sufrimiento “salvífico”. ¡Y qué mejor oportunidad para unir estas almas con un Dios que murió por ellos clavado en una cruz que un Viernes Santo!

Como es tradición, este día tan sagrado se realiza el rezo del Via Crucis por los distintos servicios del hospital. Uno podría contar y describir tantas cosas que ve y escucha, pero a veces las palabras quedan cortas: la mirada de un señor que dolorido por su cáncer se encuentra con Cristo clavado de pies y manos o las lágrimas de una señora que tiene a su marido en terapia muy grave…, el consuelo y la misericordia de Dios que constantemente se derraman en las almas.

En particular, nos detendremos en dos relatos sucedidos en algunos de estos hospitales:

El primero es el de un señor que había perdido a su hijo en un accidente hace ya un tiempo. Cuando el crucifijo estuvo delante suyo, comenzó a llorar y les dijo a las hermanas que, después de haber estado enojado con Dios mucho tiempo, aquella era la primera vez que él pudo agradecerle por tanto tiempo que le había permitido disfrutar de su hijo.

El segundo: una chica había estado unos años atrás internada en uno de estos hospitales por problemas de drogas y, en su malestar, no quería hablar con nadie, pero la Providencia quiso que una religiosa la visitase y pudiera abrir su corazón a la gracia de Dios. Es así que, años más tarde, después de haber realizado un cambio radical en su vida ―ahora participa de la Misa dominical y realiza adoración al Santísimo―, es voluntaria y dirige el Via Crucis en aquel hospital. Además, contó su testimonio a la misma religiosa que años atrás la había visitado.

Seguramente cada uno de nuestros misioneros tendrá muchísimas historias como estas para contar: nos unimos a todas ellas y juntos damos gracias a Dios.

Que Dios nos siga permitiendo hacer que su Cruz fecunde cuanto toque.

En Cristo y María,

Hna. Maria Filia Crucis

[1] Cfr Num 21,8