Por: Novicio Joseph Tortolano
«Todo está en la pasión, allí se aprende la ciencia de los santos»
(Directorio de Espiritualidad, 137)
Noviciado Beato Pier Giorgio Frassati
Italia, 04 de abril de 2021

El año del Noviciado es fundamental en la vida de todo religioso, es el año de las grandes empresas, de las tempestuosas batallas contra nosotros mismos, de los más grandes deseos, de combates decisivos, de pasos espirituales fundamentales, de purificaciones que serán un tesoro para el futuro. Es el momento de estipular grandes acuerdos con el Señor, de firmar un cheque en blanco con Aquél que es el primer interesado en nuestro bien, y que sea Él mismo quien lo rellene, de tomar la firme decisión de no parar hasta llegar al final.

El Noviciado es el tiempo para perder la vida, para morir, para negarse totalmente a uno mismo hasta subir a la Cruz con Nuestro Señor. En estos 365 días se ponen las bases de la santidad, para esto es necesario poner todo el corazón en la obra, estar dispuestos y totalmente decididos, ya desde el primer momento, a sufrir junto a nuestro Señor, porque “cuando uno se determina a sufrir por Cristo, todo el trabajo está hecho”1. En el Noviciado, se debe tener como oficio principal el conocer a Jesucristo crucificado y de tener “ansias de identificarnos con Cristo”2. Esto se hace crucificándonos con Él. Si no se realiza este esfuerzo, corremos el riesgo de no querer seguirlo.

La Pasión de Cristo ocupa un lugar fundamental durante este periodo de formación y es precisamente por esto que se debe aprovechar al máximo los días de la Semana Santa, tiempo de inmensa importancia tanto para nuestro crecimiento espiritual como para el de nuestro Instituto. La meditación de la Pasión de Cristo de hecho, toca de un modo especial el segundo elemento no negociable de nuestro carisma: una espiritualidad seria3. La cruz estará con nosotros hasta el día de nuestra muerte, y como nos recuerda el Venerable Fulton J. Sheen, “la gran tragedia de este mundo es el sufrimiento desperdiciado”4.

La Semana Santa en el Noviciado debe ser vivida de forma diferente a todas las demás, ya que es la primera vez que la vivimos en un estado de vida dedicado exclusivamente a las cosas de Dios y vistiendo el hábito religioso. Es obligado un cambio con respecto al año anterior, un cambio interior y una toma de conciencia de la necesidad de la cruz y de la Pasión de Cristo y, a su vez, de la nuestra, ya que nos estamos preparando para ser alter Christus, para «despreciar lo que Cristo despreció en la cruz, y desear lo que Él deseó”5, para decir junto con San Luis María Grignion de Montfort, «ni Jesús sin la Cruz, ni la Cruz sin Jesús»6. Porque «el amor que no nace de la Cruz de Cristo es débil»7. Por tanto, debemos seguir el camino de la Cruz, vaciándonos de nosotros mismos para poder amar y sufrir por Cristo, porque sin la Cruz no hay Resurrección, «per crucem ad lucem«. Nuestro Directorio de Espiritualidad afirma que «si en la actual economía salvífica fue necesaria la Pasión de Cristo, también será necesario nuestro padecer. Si hubiese otro camino para ir al Cielo, Jesucristo lo hubiese seguido y, es más, lo hubiese enseñado. Pero no es así, Cristo fue por el camino regio de la santa Cruz y nos enseñó a ir por él: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome cada día su cruz y sígame (Lc 9,23)”8.

Por eso, si queremos ser sus amigos íntimos, debemos ser necesariamente «esposos de la cruz», para vivir y actuar como lo hizo Cristo. El camino real de la cruz nos ayuda a recordar cuál es la finalidad del noviciado, de manera que aprovechemos al máximo este período tan rico en gracias especiales, ya que en el noviciado «se aprende a orar y a sufrir por Cristo«9. Si no aprendemos desde el principio será más difícil en el futuro y perderemos los méritos que Dios nos tiene preparados, por lo que debemos «ponernos las pilas» en el Noviciado para dar fruto en el futuro, porque escuchamos tantas veces en los sermones: lo que se siembra en el noviciado, se cosechará en la vida sacerdotal. Sembrando mal durante el tiempo del Noviciado no cosecharemos luego en nuestra vida sacerdotal, pero si somos generosos inmediatamente obtendremos abundantes frutos.

Por lo tanto, «esta es la idea clamorosa: sacrificarse«10 porque «si no aprendemos a ser víctimas con la Víctima, todo nuestro sufrimiento será inútil»11. Y si no morimos, no daremos fruto. Se trata de una ley espiritual infalible»12, «por eso es necesario vivir muriendo»13.

Precisamente en estos tiempos se necesitan personas dispuestas a cualquier sacrificio porque las circunstancias exigen mayor generosidad y mayor fidelidad. El misionero español Segundo Llorente escribió: «Lo que se necesita hoy día con una urgencia suprema es una legión de misioneros santos, y no santos ordinarios, sino extraordinarios, ya que las circunstancias requieren hazañas extraordinarias»14.

Estamos en tiempos en los que no bastan buenas personas, sino que necesitamos santas personas. El noviciado nos anima a ello. Por eso, los novicios contamos sobre todo con la ayuda de María Santísima para poder formar parte de este ejército de santos que exigen nuestros tiempos.

Novicio Joseph Tortolano
1 ALFONSO MARIA DE LIGUORI, La vocación religiosa. ICTION, Buenos Aires, 1981. Frase atribuida a Santa Teresa de Jesús.
2 Directorio de Noviciado, 84.
3 Notas del V Capitulo General, 5.
4 FULTON J. SHEEN, audio Our Cross (traducido del inglés).
5 SANTO TOMÁS DE AQUINO, CREDO COMENTADO, IV, 60.
6 SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, L’ amore della saggezza eterna, cap. XIV, 1 (t. n.)
7 Directorio de Espiritualidad, 137.
8 Directorio de Espiritualidad, 134.
9 Directorio de Noviciado, 31.
10 Directorio de Espiritualidad, 146.
11 Directorio de Espiritualidad, 168.
12 Cf. Jn 12, 24.
13 Directorio de Espiritualidad, 173.
14 P. SEGUNDO LLORENTE, Crónicas Akulurakeñas. Pg. 129.