Salva tu alma

Tiempo de gracias y bendiciones son las misiones populares, por tanto no podemos dejar de dar gracias por ellas.

Del 10 al 21 de diciembre de 2022,  se llevó a cabo una misión popular de Adviento en la Parroquia Santa Rosa, La Plata, atendida por los padres del IVE, en la cual colaboramos las hermanas Servidoras.

Por gracia de Dios vinieron desde San Rafael dos sacerdotes, un diácono, seminaristas y hermanas del Estudiantado. A ellos se sumaron algunos jóvenes, lo que permitió cubrir gran parte de la jurisdicción parroquial.

Cuando se escribe una crónica sobre alguna misión popular es lógico hablar de los frutos. No voy a ser original en esto. Voy a hablar de ellos, sí, pero desde otra perspectiva.

La zona de nuestra parroquia es muy amplia y presenta una situación muy difícil con respecto a la fe, sin embargo, los misioneros, con mucha constancia y entrega, se dedicaron día a día a visitar casa por casa, deseosos de llevar a Dios a las almas y las almas a Dios.

Recogieron frutos que se palparon en los sacramentos que se administraron, en la sana alegría de los jóvenes que nos acompañaron, cosecharon decenas de anécdotas que los enriquecieron y los pusieron de frente a la realidad de la falta de Dios, de la indiferencia y del ateísmo reinante en esta ciudad y sobre todo la necesidad de una mayor presencia religiosa.

Los misioneros se fueron contentos por la labor cumplida, con el corazón seguramente pleno de haber dado todo por las almas cada día de misión.

Habrán llegado a leer hasta aquí y se preguntarán por lo novedoso de los frutos, es cierto, pero quería de algún modo breve contar sobre esos frutos comunes de toda misión, que, por ser comunes, no dejan de ser extraordinarios, pues toda acción divina en las almas es de valor incalculable, y por eso damos gracias infinitas.

Ahora voy al punto… los frutos que experimentamos nosotros, los religiosos misioneros de La Plata.

A veces uno mide los frutos por lo que se ve en los resultados, en el caso de la misión popular por “los números”, se cuentan los Sacramentos, los niños que participaron, la gente en las procesiones, aunque sabemos que hay otros que solo los ve Dios. Pero en este caso creo que hubo un fruto que tal vez no entra en la imaginación o escapa a nuestro conocimiento o percepción.

Es el fruto de vivir la esencia de nuestro Carisma y el deseo de mantenerlo vivo, la identidad de familia religiosa, el amor a la Congregación, el trabajo conjunto, en fin todo lo que hemos aprendido desde que decidimos seguir a Cristo dentro de esta familia.

Esos días eran un volver a palpitar con un solo corazón, como un viaje al pasado, recordando nuestra casa de formación, la alegría del encuentro entre hermanos, sin caer en sensiblerías, por supuesto. ¡Qué gozo las eutrapelias, los stucks entre las hermanas para escuchar lo vivido en el día! Todo era un verdadero festejo en familia.

Esta misión como tantas traía el lema “Salva tu alma”, y vaya que lo logró, salvaron almas y nos vivificaron a nosotros que a veces en la misión podemos caer en la rutina, trabajando por las almas, cierto, pero el tiempo, aunque no lo queramos, enfría el fervor.

Ahora se habrán dado cuenta de cuál era ese fruto del que quería hablar, y me parecía justo contarlo, porque a veces los frutos visibles pueden parecer pocos, pero ignoramos que Dios obra de mil formas, cosechando o produciendo lo que no imaginamos.

Queridos misioneros, gracias… por su respuesta generosa a la voluntad de Dios, por el tiempo que dieron por las almas, sus sacrificios ocultos, pero gracias por habernos dado a cada momento ejemplo de alegría verdadera, de fervor, edificándonos con su entusiasmo. Fueron días en que percibimos como una bocanada de aire puro que nos renovó el espíritu y que nos lleva a dar gracias al Altísimo por la dicha de ver que nuestra familia sigue con el propósito intacto de dar mayor gloria a Dios y salvar las almas, por medio de nuestra fidelidad al Carisma.

Damos gracias a Dios y a nuestra querida Madre de Luján por los frutos de esta misión, por los que vimos y por aquellos que se van descubriendo con el tiempo.

Misión cumplida… “salva tu alma”, y sobre todo la de tu prójimo más prójimo, la de tus hermanos, y ciertamente se concretó con creces, dándonos la fuerza a quienes quedamos para seguir adelante en nuestra misión, sabiendo que detrás vienen nuestros hermanos, jóvenes generaciones, manteniendo vivo el espíritu de evangelizar la cultura, siendo otra prolongación del Verbo, dejando una huella concreta en la humanidad.

DUC IN ALTUM!! ¡¡VIVA LA VIRGEN Y VIVA LA MISIÓN!!

Hna. María de la Compasión Muñoz – Servidora misionera en La Plata

Provincia Nuestra Señora de los Buenos Aires, Argentina