Por: Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia, Séforis (Tierra Santa)
Queridos amigos:
Como bien saben, son muchas las personas que nos siguen a la distancia y nos escriben con gran afecto, diciendo a menudo que «algún día nos visitarán», o que «sería un sueño poder ir a Tierra Santa». A esto correspondemos con nuestras contantes oraciones y sacrificios por sus necesidades e intenciones; y con el mantenimiento de este lugar santo que espera silencioso a los grupos de peregrinos que más adelante podrán nuevamente venir a venerar aquello de santo que albergan estos muros… pero sea como sea «igual nos acompañan» con sus oraciones que es lo más importante y que tanto valoramos; es por eso justamente que queremos invitarlos a renovar juntos nuestras oraciones por la paz en el mundo, especialmente en Medio Oriente, donde en algunos lugares la situación es más difícil, y nuestros hermanos que nos dan hermoso ejemplo de fortaleza y perseverancia, necesitan de nuestras plegarias y sacrificios para mantenerse firmes en la adversidad, abrazados a su cruz y fuertes en la fe. Recemos por los enfermos, por los que están más débiles, por los más atribulados; en fin, por los que más sufren y nos piden oraciones: la santa Misa, el santo Rosario, visitas al Santísimo Sacramento, triduos, novenas, jaculatorias, el ofrecimiento de nuestros padecimientos y dolores, etc.; de todo esto sacamos abundantes méritos si lo presentamos en gracia delante de Dios, a ejemplo Jesucristo, de quien seguimos las huellas como escribiera san Pedro, y en quien debemos poner toda nuestra confianza.
¡Recemos los unos por los otros!
ORACIÓN POR LA PAZ, DE SAN JUAN PABLO II
«Dios de nuestros padres, ¡grande y misericordioso! Señor de la vida y la paz, Padre de todos los hombres. Tu voluntad es la paz, no un tormento. Condena la guerra y derroca el orgullo de los violentos. Enviaste a tu Hijo Jesucristo para predicar la paz a los que están cerca de Él y a otros que no lo están tanto, y unir a todas las razas y generaciones en una sola familia. Oye el grito de todos tus hijos, motivo de angustia de toda la humanidad.
Que no haya más guerra, esta mala aventura de la que no hay vuelta atrás, que no haya más guerra, este torbellino de la lucha y la violencia. Haz que se detenga la guerra (…) que amenaza a tus criaturas en el cielo, en la tierra y en el mar.
Con María, la Madre de Jesús y la nuestra, te rogamos, habla a los corazones de las personas responsables de la suerte de las naciones. Destruye la lógica de la venganza y danos a través del Espíritu Santo ideas de nuevas soluciones, generosas y nobles, en el diálogo y la espera paciente, más fructíferas que los actos violentos de la guerra. Padre, concede a nuestros días los tiempos de paz. Que no haya más guerra. Amén.»
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,
Séforis, Tierra Santa.





