Por: P. Diego Cano, IVE
Ushetu, Tanzania, 25 de enero de 2022
Ya estamos a 25 de enero, pasó un mes desde la Navidad, y no les he contado nada de esos días. Como siempre, la navidad en la misión es muy especial. La rodean muchos sentimientos de recuerdos de los seres queridos y las navidades en la propia tierra. Sin embargo hay tanto trabajo, tanto para hacer, que casi no hay tiempo para recuerdos, tanto es así, que me tuve que hacer el tiempo y buscar el momento para “mirar adentro” y prepararme para aprovechar mejor este gran misterio.
Los días previos fueron marcados por el campamento de monaguillos, que estuvieron cinco días en nuestra misión, en Ushetu. Eran 250 niños, y por eso mismo la preparación de la navidad fue muy especial, pues el campamento mismo es una especie de regalo navideño, y se vive en clima navideño. Durante esos días se realiza la novena de navidad, siguiendo las tradiciones de algunos países de américa latina, llevando al Niño Dios buscando posada. Desde hace un par de años venimos realizándolo, visitando los “jumuiyas” (o barrios, grupos de familias), donde van dos niños vestidos como San José y la Virgen, llevando la imagen del Niño Jesús. Cada vez con una mayor participación, logrando crear un clima de “espera alegre” de esa fiesta.
Otro preparativo de aquellos días fue el del Pesebre Viviente, que este año se hizo con una parte filmada y otra actuada en vivo. Y eso llevó mucho trabajo previo de las hermanas, quienes se encargaron de esto. Filmar y compaginar lleva mucho esfuerzo, pero se cosecha el beneficio de estar más tranquilos al momento de la presentación, que en nuestra parroquia se realizó el 25 de diciembre a la noche. Salió todo muy bien, gracias a Dios. Mucha gente en la presentación que tuvo lugar dentro del salón parroquial.
Pero las celebraciones de navidad, las misas, ¿Cómo fueron? Lo que tengo para decir es que al ser cinco sacerdotes en esos días en la misión, se pudieron celebrar muchas misas, en casi todos los centros de ambas parroquias. Hubieron misas de nochebuena en Ushetu, Kangeme, Mazirayo, Bulela, y en las casas de formación. Y al día siguiente se celebraron en muchos otros pueblos, incluso el 26 de diciembre que era domingo, pero que también es tradición en Tanzania participar de la misa como si fuera la misma fiesta de navidad. Hubieron misas en las aldeas de Itumbo, Mbika, e Ilomelo.

En mi caso, pude ir a celebrar misa de nochebuena en la aldea de Bulela. Allí estamos construyendo una iglesia muy linda y grande, gracias a la ayuda de un sacerdote de Italia. Como ya tenemos iglesia, se puede pensar en celebrar misas, aún en tiempo de lluvias, como este tiempo de navidad. Además de que como ahora tienen iglesia, se ha empezado a aumentar la cantidad de feligreses. Por eso mismo decidimos que tengamos una misa en esa aldea, que queda a unos 28 km de Ushetu. Como este tiempo de lluvias ha estado un poco flojo de agua, el camino está transitable, y no había problema para llegar, como en otros años para esta época. Esta aldea queda en la zona sur, y entonces utilicé la casa de Nyasa para quedarme a dormir, y de esta manera celebrar al día siguiente en otra aldea de la zona. Traté de llegar temprano a Bulela para ver los preparativos y poner unas luces a baterías para la misa, pues en ese lugar no hay luz eléctrica. Estuvimos un buen rato colocando las luces con la ayuda de el catequista y de un maestro que es el secretario de la aldea. Si bien yo había anunciado que la misa comenzaría a las 8:00 pm, cuando llegó esa hora no había nadie, como es de esperar. Habían llegado algunos pocos niños, y algunas personas del coro. Les pedía que practiquen algunos villancicos. En la sacristía (por ahora una simple sala de 3 x mts., sin nada), prepararon para que comamos con el catequista, habitación que alumbramos con otra pequeña luz.
Allí tuvimos nuestra cena de navidad, antes de la misa. Luego rezamos el rosario y al terminar se había juntado un buen grupo de fieles, aunque la mayoría de los niños ya estaban durmiéndose. Son niños del campo, y se levantan con la luz del sol, y se acuestan cuando se hace de noche. Ya era muy de noche, y estaba una gran cantidad “cabeceando” como Fray Almohada. Celebré la misa y al final de la misma expliqué la tradición de venerar al Niño Dios. Muchos miran y se ríen, no saben dar un beso a una imagen, así que les explico que pueden venerarla también tocado con la mano, haciendo la señal de lac ruz, o saludando con una inclinación de cabeza, o con un beso. Era la primera vez que tenían misa de navidad en ese lugar, y por lo tanto muchos de ellos era la primera vez que veían una imagen del Niño Jesús, y la primera vez que pasaban a venerarla. Luego de la misa repartí los caramelos y dulces a todos, especialmente a los niños que esperan el momento, y por eso han “luchado contra el sueño”.
Luego de la misa se quedaron algunos a bailar y cantar, y no querían que apague el parlante… pero ya se hacía muy tarde, y esas horas por esos lados parece mucho más tarde. Sacamos las luces, cargamos las cosas de la misa en la camioneta, y me despedí de los que quedaban, deseándoles feliz navidad. Comencé el camino de regreso a la casa de Nyasa, unos seis killómetros. Cuando iba manejando, por esos parajes tan solitarios a esa horas, me di cuenta que se hicieron las 12:00 en pleno camino, manejando la camioneta… ¡Feliz navidad! Jaja, me causó gracia pensar en que mi hermana se reiría al enterarse, pues siempre me dice que “vivo en la camioneta”. Y allí pasé la Navidad, manejando… mejor dicho, misionando. Cuando llegué a Nyasa, recién se retiraban los fieles de ese lugar, que habían sido muy poquitos, pues el catequista no había llegado para la celebración de la palabra. Sin embargo rezaron y cantaron. Ellos dejaron un fuego encendido que me sirvió a mí para sentarme un rato y disfrutar de la lumbre, mientras tomaba una gaseosa que me había traído a propósito desde Ushetu, para festejar la Navidad. Se escuchaban voces en el pueblo, y algo de música que no duró mucho, pues la mayoría son paganos, y a esas horas… todos a dormir. Nada de fuegos artificales y estruendo… los sonidos se fueron apagando como el fuego de esa poca leña. Allí pasé la noche buena, en la casa de Nyasa.
(Continúa…)






