Ya desde mi infancia me gustaba ir a las fiestas patronales. Siempre iba con mi abuela Ana, ella siempre me llevaba consigo: primero íbamos a la iglesia, a la celebración, y después comprábamos diversos recuerdos, estampitas, cruces y rosarios, para finalmente visitar a familiares y conocidos. No nos quedábamos mucho tiempo en cada casa, sino que visitábamos varias familias, conversábamos y, por supuesto, hambrientos nunca nos íbamos, llevando a casa cosas ricas.

Con el tiempo, siendo yo seminarista, y luego como sacerdote, también tuve la oportunidad de ir a fiestas patronales. Pero para entonces veía las cosas con más claridad y podía apreciar qué cosa estaba bien y qué cosa podía ser hecha mejor. A menudo me hacía la pregunta, ¿cómo puede ser que el sacerdote inmediatamente después de la Divina Liturgia deje a los fieles solos para irse a su banquete? Al mismo tiempo, sucedía que los fieles escapaban inmediatamente a sus casas, porque no había mejor cosa que hacer. Nadie imaginaba que, además de la celebración litúrgica, podían haber otras actividades. Hoy en día, muchas parroquias han cambiado, y tienen ya otras costumbres, como promociones, festivales y conciertos.

Estuve en fiestas con gransuma de rezos y rezos, y vi el sufrimiento de la gente al permanecer todo ese tiempo en pie: durante las vigilias, durante la Sagrada Liturgia y los responsos, durante la procesión en torno al templo e incluso, al terminar todo, durante las vísperas.

Cierta vez estuve en unas patronales, en las cuales presidí la Divina Liturgia. Me pidieron a continuación celebrar las vísperas, y así lo hice, y eran 10 las personas que conmigo rezaban, y el resto de la gente ya festejando y comiendo fuera de la Iglesia. Yo no entendía porqué no se podía cancelar el rezo de las vísperas, para así celebrar junto con la gente.

Estuve en una celebración después de la cual todos los sacerdotes se fueron a almorzar, y los fieles permanecían junto a la Iglesia como queriendo conversar. Yo me quedé con ellos un cierto tiempo. Y entonces me llamó el párroco y me dijo que me estaban esperando, y la gente aún quería hablar.

Cuando, en marzo de 2007, fui nombrado administrador parroquial en una nueva parroquia, sita en las afueras de Ivano-Frankivsk, parroquia sin templo y sin vida parroquial y que sólo tenía una pequeña comunidad de religiosos con una capilla de 18 metros cuadrados y dos filas de bancos, me di cuenta de que el Señor me estaba dando una oportunidad para poner en práctica lo que había visto en el extranjero, especialmente en Italia y España, en donde las personas se congregan alrededor de la parroquia para rezar, celebrar y descansar en Dios. También me di cuenta de que tenía la oportunidad de tratar de corregir lo que no me gustaba. Y ya en mayo de 2007, tuve que organizar la primera fiesta parroquial con motivo de la celebración de los Santos Cirilo y Metodio.

Yo sabía que no tenía dinero, y que nadie me había enseñado a organizar fiestas patronales (en el seminario no existe tal materia), y realmente quería cambiar en algo esas fiestas que se limitaban a una larga celebración y largos almuerzos, lo primero con el sacerdote (y a veces más de uno) y lo segundo sin el sacerdote. Y hete aquí que el Señor me da la posibilidad para hacer algo. ¿Cómo? ¿De dónde conseguir dinero? ¿Con quién aconsejarse? ¿Qué se puede y qué no se puede hacer? ¿De dónde vendrán las críticas? ¿A quién pedir ayuda? Yo sabía que habría gente, y hasta los mismos sacerdotes, que me criticarían, condenarían, calumniarían, por eso presenté mi plan al Señor obispo, y debo admitir, de él siempre recibí apoyo. Realmente esperaba el día, en el cual mis feligreses pudieran entablar conversación con el obispo; y así es, en nuestras celebraciones la gente tiene la posibilidad de comunicarse con él, así como en otras ocasiones (ya que viene a visitarnos varias veces al año), lo que me hace inmensamente feliz.

Y así llegamos al 2016, a nuestra decima fiesta patronal que organizo con la ayuda de una gran cantidad de asistentes, o como en broma lo llamamos, con la ayuda del «org-comité». Es por eso que quisiera compartir con Uds. algunos pensamientos o ideas, para que la celebración de cada fiesta se transforme en una verdadera y digna celebración, y para que todos los fieles puedan aprovecharse lo más posible de ella. Yo entiendo que no todas las ideas se pueden aplicar en todas partes, sin embargo, cada parroquia debe hacer lo posible para convertirse en «una parroquia viva», en donde juntos se rece, juntos se peregrine, juntos descansen y se alegren y lloren, juntos celebren, y en donde el sacerdote, que en la comunidad parroquial desempeña un papel no pequeño como líder y conductor, tenga en cuenta lo que el apóstol san Pablo escribió a los romanos: «Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir los unos para con los otros»(Rom 12,15-16).

¿Qué cosas útiles recibimos de las fiestas patronales?

En los últimos años, muchos en la Iglesia hablan de «parroquias vivas» y de los elementos indispensables en ellas. Todos entendemos que la Iglesia es una comunidad de fieles, fundada por Jesucristo sobre Pedro (cf. Mt 16,18) y que está destinada a llevar a los hombres al Reino de Dios.

Cada persona debe ser cierta de su pertenencia a la Iglesia de Cristo, que se realiza a través de su pertenencia a una comunidad parroquial particular. Estamos aquí hablando de la comunidad en la cual la persona se convierte en cristiana (es bautizada), o en la cual la persona redescubre la Iglesia y la vida con Dios.

La Fiesta Patronal es la celebración que nos recuerda la importancia de la comunidad parroquial en la vida espiritual del cristiano. Es el día en el cual, de una manera especial, se rinde homenaje al santo patrono de la parroquia. Es el día en que todos los que pertenecen a una u otra comunidad parroquial, deben dar gracias a Dios por haber nacido, ser bautizados, vivir física y espiritualmente (a través de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía) y morir en la Iglesia, y, específicamente, en una familia parroquial particular. Incluso para los que se consideran como «anuales», o sea los que tan sólo una vez al año, en ocasión de las grandes fiestas visitan la iglesia, o para los llamados «no practicantes», la fiesta patronal es una buena oportunidad para unirlos a todos. Reiteramos, la iglesia es el lugar de todos y a todos los esperamos, y si alguien tiene hacia la iglesia o hacia el sacerdote alguna pretensión o prejuicio, que se venza a sí mismo y tome parte de la comunidad parroquial.

La Fiesta Patronal es una celebración para todos los que pertenecen a la parroquia físicamente (residen en el ámbito de ella) o espiritualmente (se unen con la oración, vienen a las celebraciones, escuchan sermones y participan en las diversas actividades: catequesis, peregrinaciones, campamentos y reuniones). Puede suceder que una persona canónicamente (por residencia) pertenezca a una parroquia en particular, pero de hecho ella visite otras iglesias o monasterios, buscando tener un papel más activo en el culto, en la escucha de la palabra de Dios, para vivir una vida espiritual más profunda, y por eso toma parte en otras comunidades parroquiales o juveniles, al no encontrar en su propia comunidad parroquial lo que busca. Es por eso que cada fiesta patronal en una oportunidad para unir a todos los que se sienten parte de una familia parroquial particular, tienen comunicación viva con el párroco y viven una cierta espiritualidad.

La Fiesta Patronal es una oportunidad para rezar y descansar en Dios. No sólo es un tiempo para la oración, sino también de descanso conjunto. Pensando en los apóstoles que siguieron a Cristo, se puede afirmar que ellos estuvieron con él en la oración y en el descanso (juntos comían y conversaban). Por eso, la fiesta patronal es una buena ocasión no sólo para rezar, sino para hacer comunidad. Sobre la primera comunidad de los cristianos leemos que se reunían para la oración común y la comida en común, a la que llamaban «ágape» y que fue uno de los elementos de edificación de la comunidad parroquial. ¿Cuál es la comida en común de los cristianos de hoy? Tal vez pueda ser así considerada la fiesta patronal, los diversos aniversarios, etc.

¿Qué se debe hacer para que la fiesta parroquial sea dignamente vivida?

Yo puedo compartir lo que vivo y lo que el Señor me ayudó a encarnar en la vida en estos últimos años, o tal vez sería mejor decir, en la experiencia vivida de esta décima fiesta patronal. Entiendo claramente que no en todas partes será posible traducir estos momentos en la vida de cada parroquia, sin embargo estaré satisfecho si alguien en alguna parroquia será capaz de implementar al menos alguno de estos elementos y así hacer de la celebración de la fiesta patronal, día de toda la parroquia y de todos los feligreses.

El responsable de la organización.

La responsabilidad principal de todas las actividades recae sobre el mismo párroco. Sin duda, él puede y debe pedir ayuda a otros sacerdotes, religiosos, feligreses y amigos. Sin embargo, él es quien debe asignar las responsabilidades y llevar el control de todas las cosas y de todos los eventos. Es muy importante que sea capaz de distribuir las tareas ya que él no puede llevar sobre sí el peso de todo. Yo mismo he caído con frecuencia en el error de tomar demasiadas responsabilidades y de no animarme a pedir ayuda o a confiar ciertas responsabilidades a los demás. Esto a veces conduce al agotamiento físico y psicológico. Sin embargo, es el mismo párroco quien debe principalmente dar su tiempo y sus energías a la organización de la fiesta. Sin el deseo y la buena voluntad del párroco es muy difícil organizar nada.

Las responsabilidades son las que hacen madurar a las personas, sean quienes sean, sacerdotes, religiosas o feligreses. Todos deberían tomar sobre sí alguna responsabilidad y llevarla de principio a fin hacia su cumplimiento, presentando los informes al párroco. Ser responsable significa: yo me comprometo con ciertas obligaciones, me preocupo por las cosas que me fueron encomendadas y sin temor a nada, las llevo a cumplimiento. Si algo me resultara imposible, o si encontrara ciertas dificultades, lo hablo de antemano con el párroco. Puede que algo me sea imposible, sin embargo, el sentido de la responsabilidad me debería llevar a utilizar todos los medios con el fin de alcanzar el objetivo. La pereza o la búsqueda de comodidad son una gran tentación para no querer organizar algo.

Quien no asuma sobre sí ciertas responsabilidades, no pertenecerá totalmente a la parroquia y no podrá sentirse célula viva en la vida de ella, no será un feligrés activo, sino un visitante, un observador, o, Dios no lo permita, un crítico de todo y de todos.

La preparación.

La preparación ocupa un lugar muy importante. Se podría decir que de la preparación depende el 90% del éxito de las celebraciones. Podemos dividir la preparación en remota y próxima.

Preparación remota.

A ésta pertenecen las cosas que es necesario planear con tiempo:

– Pensar a qué obispo invitar para que presida las celebraciones litúrgicas. Como el obispo tienen muchas responsabilidades y toma parte en varias actividades, y a menudo es invitado a diversas conmemoraciones o celebraciones, es muy importante invitarlo con antelación. Creo que es conveniente invitar al obispo, al menos, 6 meses antes de la fiesta patronal. Yo siempre he tratado de invitar a diferentes obispos, ya que el obispo es la cabeza de la Iglesia local y es importante para todos los fieles que el obispo dirija este tipo de celebración. Nuestro Metropolita Volodymyr siempre estuvo de acuerdo de que invitáramos incluso a otros obispos, y así ya estuvieron en nuestra fiestas parroquiales, además del Metropolita Volodymyr, Mons. Sofrón Mudryy (ya fallecido), Mons. Glіb Lonchyna, Mons. Tarás Senkiv, Mons. Mykhayil Bubniy, y este año Mons. Josafat Moschych y Mons. Bohdan Manyshyn. Todo sacerdote debe alimentar en el fieles el sentido de pertenencia a la Iglesia universal dirigida por el Papa (en la actualidad Francisco), el Patriarca (en la actualidad Su Beatitud Sviatoslav) y el obispo local (en nuestra Arquieparquía el Metropolita Vlolodymyr). La parroquia no es para sí misma y el párroco no es para sí mismo, sino que la parroquia y el párroco son parte de la Iglesia que Cristo fundo sobre Pedro (cf. Mt 16,18).

– Pensar que coro cantará en las celebraciones litúrgicas, si es que no se tiene el propio. Por ejemplo, nosotros en nuestra parroquia no tenemos coro propio, por lo que en ocasiones como ésta y en otras celebraciones invitamos a otros coros.

– Pensar qué se celebra a nivel de la Iglesia Católica Universal, de nuestra Iglesia Greco-católica Ucraniana (y en nuestro caso, a nivel del Instituto del Verbo Encarnado), qué Años o Jubileos han sido anunciados, para recordar tales eventos en los días de preparación y en el mismo día de la Fiesta. Por ejemplo, este año uno de los días de preparación tuvo como tema «La Iglesia Greco-católica Ucraniana y el pseudo-sínodo de 1946», y otro día fue dedicado al Jubileo de la Misericordia.

– Pensar el programa de los festejos del sábado y del domingo. Un elemento muy importante es la búsqueda de los músicos y artistas. En nuestro caso, todos los sacerdotes conocidos (especialmente el p. Sofrón Zelinskyy, VE) nos ayudan a buscar cantantes para pedirles que hagan una obra de caridad, cantar para la gente en la fiesta patronal. Para muchos de ellos ésta es una linda oportunidad de hacer obras de caridad mostrando los talentos que han recibido de Dios. Muchos artistas se ofrecen voluntariamente, y generosamente comparten sus talentos. Yo oí hablar a mis espaldas: «Hay que tener dinero para invitar a tales artistas», y quiero decir una vez más que es necesario tener un «gran deseo» de organizar y que hay mucha gente que está dispuesta a deleitar a los fieles con su canto o con sus instrumentos musicales. Incluso en nuestro tiempo, en este mundo egoísta, hay muchas personas que hacen las cosas «simplemente» por amor a Dios y al prójimo.

– Buscar lo necesario para la cena del sábado y para el almuerzo del domingo. Varias semanas antes de la fiesta patronal anuncio la proximidad de la celebración y hago conocer la necesidad de ayuda. Cada familia sabe que es necesario traer a la fiesta o una torta, o galletas, o sándwiches, así como gaseosas o agua mineral. Esto no es controlado por nadie, sin embargo la mayoría de las familias se ponen a la obra en conciencia, e incluso algunos inmediatamente dan una ayuda monetaria para la compra de los productos necesarios. Yo también le pido ayuda a varios conocidos, en el mercado y en restaurantes o en comedores, y muchas personas se nos unen para participar activamente. Incluso hay personas que me llaman por teléfono o me envían mensajes para ofrecer su ayuda para la fiesta parroquial. Por eso, no hay que tener miedo de pedir ayuda, porque muchas personas están dispuestas a ayudar y lo hacen con alegría. El sábado nuestros feligreses preparan la cena para todos los presentes, y el domingo les ofrecemos de la comida que todos ponen en común. Este año, dos domingos antes de las fiestas, les di a todos en la iglesia una tarjeta en la que decía: «Sería bueno que cada familia, en la medida de sus posibilidades, trajese una torta o un plato de sándwiches y un bloque de agua/gaseosa. Sería bueno que cada familia limpiara entorno a su casa, cortara la hierba en el frente de la casa, colgara la bandera azul y amarilla, plantara flores…».

Preparación próxima.

La preparación próxima se extiende todo el mes de mayo, y más precisamente los 4 días anteriores a la fiesta patronal.

Y así, a partir del 1 de mayo, todos los días rezamos el «moleben», oraciones rogativas a la Madre de Dios. A esta oración diaria viene una gran cantidad de niños y el sacerdote que la preside les da una pequeña homilía, preparándolos así para el gran día de la fiesta, que se celebra a fines de mayo (el domingo que sigue al 24 de mayo, día de los Santos Cirilo y Metodio). Los niños tratan de no perder ni un solo día para no tener faltas. Cada día reciben algo de la «canasta mágica» llena de sorpresas, golosinas, juguetes y útiles escolares, cosas que traen nuestros fieles para los más pequeños. A mis fieles les pido, y ellos generosamente me ayudan.

La preparación próxima intensiva incluye los 4 días que preceden a la fiesta patronal, comenzando desde el miércoles. Todos los miércoles del año en nuestra iglesia tenemos la «Escuela de fe», la enseñanza del catecismo para adultos. Y en el marco de la «Escuela de fe» comenzamos el primer día de preparación con la Divina Liturgia y una conferencia. Este año en el primer día tuvimos la Divina Liturgia, el sermón, y una conferencia sobre «La Iglesia Greco-católica Ucraniana y el pseudo-sínodo de 1946».

El segundo día, el jueves, fue dedicado al tema de la Misericordia y después de la celebración litúrgica todos tuvieron la oportunidad de escuchar sobre el Hogarcito de Misericordia San Nicolás, que se encuentra en los límites de nuestra parroquia y del cual se ocupan las religiosas de nuestra familia religiosa del Verbo encarnado. Todos los años dedicamos un día de la preparación al Hogarcito para llamar la atención de los fieles sobre esta institución a cargo de las hermanas y que puede cambiar la vida de muchas personas.

El tercer día fue dedicado al Jubileo de la Misericordia y nos visitó Mons. Josafat Moschych. Con motivo del Jubileo, Mons. Josafat consagró una ermita de la Divina Misericordia ubicada en nuestra parroquia. Por lo general, el viernes siempre rezamos especialmente por los benefactores de nuestra iglesia y de todos los que ayudan en las diversas actividades de la parroquia.

El cuarto día de preparación es especial y consta de varias etapas. A la mañana, por lo general, se celebra la Divina Liturgia por todos los feligreses fallecidos de nuestra parroquia. Nuestra parroquia es relativamente joven, y desde sus comienzos tuvimos ya cerca de 30 funerales, pero es de resaltar que muchos de los difuntos fueron los que dieron comienzo a la parroquia y fueron los primeros feligreses: es por eso que tenemos la obligación de pedir por ellos.

La segunda etapa de ese sábado es el Oratorio para los niños. Es un tiempo dedicado a juegos y entretenimientos. Encargados del Oratorio son los religiosos y las religiosas, ayudados por jóvenes, a los que llamamos animadores. Para esto de antemano buscamos golosinas, juguetes y útiles escolares, que benefactores, no sólo feligreses, donan generosamente para el trabajo con los niños.

Otro elemento del sábado es la oración de las Vísperas. En años anteriores la rezábamos en el jardín de nuestra casa religiosa, y desde este año, en el templo. Nosotros profundizamos sobre la vida de la parroquia y el papel de la parroquia en el crecimiento espiritual de las personas y hacemos una solemne procesión con el icono de los santos patronos de la iglesia, rindiendo honor a nuestros protectores, apóstoles de los eslavos y patrones de Europa.

La noche del canto y la danza es un elemento especial en la celebración de la fiesta patronal. Antes de empezar esta práctica, lo pensé mucho. Ya había visto este tipo de noches, organizadas por los feligreses en Italia y España, y había visto cómo noches folclóricas eran organizadas en parroquias ucranianas en la diáspora. Y me dije a mí mismo, ¿por qué no podríamos organizar algo así? Hace algunos años, junto con los miembros de la Filarmónica provincial organizamos una tal noche por primera vez y la llamamos «Noche retro de la canción y la danza», la fue un éxito para gloria de Dios y gran alegría de todos los participantes. El año pasado, con lluvia (por única vez en todos estos años de fiesta patronal), bajo los paraguas bailaron 230 personas. Fue algo realmente increíble. Y también este año, sobre el césped junto a la iglesia tuvimos una maravillosa noche de canto y danza ucranianas. Nuestros feligreses este día preparan para todos los presentes una deliciosa cena. Y si en los primeros años yo debía estar atento a todo, ahora, nuestros fieles me dicen: «Padre, todo va bien. Ud. simplemente dedíquese a sus asuntos», y estas palabras me dan gran alegría, porque puedo dedicar mi tiempo a las personas que vienen a la fiesta, a hablar con ellas, a confesarlas. La noche del sábado concluye con una oración en común y la acción de gracias a Dios por todos los dones recibidos.

El día de la Fiesta Patronal.

El domingo, el día de la fiesta patronal es muy especial. La mañana siempre trae consigo cierto nerviosismo. Normalmente yo estoy en la iglesia ya de temprano: con otros sacerdotes preparamos la liturgia (la celebración litúrgica tiene que estar bien preparada y mejor celebrada, ya que ella es el centro de toda otra celebración). El cuidado de la belleza de la liturgia es tarea específica del sacerdote. Ya durante las laudes algunos sacerdotes confiesan y otros preparan la celebración. Las mujeres, ya bien de mañana, preparan todo lo necesario para el almuerzo, para luego poder participar activamente en la celebración y poder prepararse dignamente para recibir la Eucaristía. Nada en la organización nos debe hacer olvidar que lo principal es la oración y los sacramentos.

Y yo preparo todo para recibir al obispo, para que la comunidad reciba de la manera más digna a uno de los sucesores de los apóstoles y comprenda que el Obispo es la cabeza visible de la Iglesia en una eparquía particular, y que todo sacerdote en su parroquia actúa en el nombre de él, y no en el suyo propio. Invito al obispo a entrar a la iglesia y él preside la Divina Liturgia y predica la Palabra de Dios. Después de la celebración en nombre de la parroquia agradezco al Señor obispo por su visita y a los fieles por su ayuda en la preparación de la fiesta y además comunico a los feligreses las últimas novedades en la vida de la parroquia (nuevos logros, actividades, etc.). Además, a todos los fieles les presento a los sacerdotes que acudieron a la fiesta: por ejemplo, este año, la noche del sábado nos visitaron 9 sacerdotes, y 20 sacerdotes estuvieron el domingo. Les comento a mis fieles quiénes son, y de dónde vienen y a qué actividad se dedican. Siempre trato de darles un pequeño recuerdo a cada sacerdote. Uno de los motivos por lo que invito a muchos sacerdotes, es para unir al clero y para que cada sacerdote sea capaz de encarnar algo de lo vivido en la vida de su comunidad.

Luego se hace la bendición del agua, encabezada por el mismo obispo y la unción con el óleo santo, llevada a cabo por parte de los sacerdotes. Esto lo hacemos a un mismo tiempo, para que no se haga muy largo.

Y ya todos a la espera del concierto: por lo general con el obispo subimos al escenario y le pido que bendiga la fiesta, el concierto y la comida. Las feligreses extienden sobre las mesas los ya preparados bocadillos, tortas y bebidas. Durante el concierto todos los fieles o comen o cantan o escuchan los cantos, y participan en diversos eventos solidarios, los fondos de los cuales cubrirán las necesidades de la parroquia: las hermanas desde hace varios años preparan empanadas, los fieles preparan dulces, galletas, etc. La fiesta termina con una oración en común y con la bendición. Durante todo el tiempo los fieles tienen la oportunidad de hablar con el obispo y con los sacerdotes.

Estimados amigos, doy gracias a Dios por esta hermosa oportunidad de organizar la fiesta patronal. Doy gracias a Dios por todas las personas que me brindan apoyo y ayudan en todas las iniciativas. Doy gracias a Dios por todos los obispos y sacerdotes que vienen a nuestras celebraciones. Le pido a Dios la gracia de que nuestras comunidades parroquiales sean «activas» y sean capaces de rezar y alegrarse en Dios.

p. Josafat Boyko, VE