Por: P. Diego Cano, IVE
Ushetu, Tanzania, 23 de octubre de 2021
Esta época del año siempre es una época hermosa en cuanto al trabajo misionero se refiere. Estamos transitando el fin de la época de sequía, y por lo tanto realizando los últimos casamientos anotados para éste año. Generalmente se casan en tiempo de sequía, porque favorece para los viajes de la gente que asiste, y sobre todo porque hay pocas posibilidades de que se arruine la fiesta por la lluvia. Por lo general las fiestas son en la casa de la novia, y como en nuestra misión las casas son muy sencillas y pobres, los festejos se realizan al aire libre, debajo de toldos de plástico y techos de paja.
Se suma también que este tiempo es el de las primeras comuniones, y hacemos las celebraciones por “centros”. Tenemos siete centros entre nuestras dos parroquias. Ya hemos tenido esta fiesta en Mwendakulima (22 niños y jóvenes), Mbika (61), y Kangeme (103). Dios mediante mañana tendremos 31 primeros comulgantes en Nyasa, con los que llegamos a 207, y todavía quedan tres centros más.
A estas fiestas se suman otras celebraciones que se van realizando cada vez que llegamos a las aldeas, para celebrar misas, hacer bautismos, casamientos, bendecir las semillas que esperan plantar apenas comience a llover. La semana pasada el P. Jaime estuvo en la aldea de Iraki, del Cura Brochero, y realizó 16 bautismos de niños. El lugar estaba lleno de gente, muy bien preparado, y con mucha alegría, como siempre, pero sobre todo en un lugar que comienzan, y por ende con el entusiasmo de los nuevos cristianos.
Y cómo no alegrarnos ante un gran acontecimiento en la misión de esta semana, como el hecho de que egresaron los primeros niños de la escuela de la hermanas. La primera promoción de séptimo grado. Hubo mucha alegría y mucha emoción, pues se comienzan a cosechar los frutos de nueve años de trabajo, desde que comenzó la escuelita con el jardín de infantes en el año 2013. Me gustaría contarles después con más detalles.
Pero como verán, en un par de semanas, ¡pasan tantas cosas! En mi caso, tuve la oportunidad, antes de las primeras comuniones en Kangeme, de ir a celebrar un matrimonio en la aldea de Bulela. La aldea está bajo la protección de la Divina Misericordia, y un sacerdote de Italia nos está ayudando a construir una iglesia grande y que quedará hermosa, ciertamente. Esta aldea sigue creciendo y creciendo. Los otros días me sorprendía al ver una foto del mes de enero, donde apenas se veía un techado de chapa y palos, ahora podemos contar con una gran edificación.
Me alegré mucho de ir a este matrimonio, otro más en una zona donde la mayoría de los habitantes son paganos, pero a la vez, en el mismo lugar, este año hemos celebrado varios casamientos. Esto muestra cómo va creciendo la comunidad. Allí se casaban dos jóvenes en un matrimonio con todas las de la ley, es decir, que no habían convivido antes, y se habían preparado debidamente. Ambos estaban bautizados, aunque no habían recibido la primera comunión. Antes de la misa se confesaron, y recibieron la Comunión y la Confirmación en la misa de bodas. Se los veía muy contento a ambos, y lo expresaban con sus sonrisas. Algo que no es tan común, pues suelen estar muy serios en el matrimonio. ¿Me preguntan porqué? Me parece, y es una opinión personal, que desean demostrar que es algo importante. Y si se ríen mucho, según esta cultura, es como que no se toma en serio algo. Es que le quieren dar importancia al acontecimiento. A veces cuesta un triunfo arrancarles a los novios una sonrisa para la foto.
Cuando terminé de celebrar la misa de matrimonio, fuimos a la casa donde sería la fiesta. No estaba lejos, la gente iba caminando, había un sol que partía la tierra. Un calor típico de esta época, tal vez más de 35º a la sombra. En la casa esperaba mucha gente, muchos que no habían ido a la misa. La gente se agrupaba en el gran patio de tierra, entre las casas de adobe, en las sombras que podían obtener debajo de techaditos de paja, o debajo de los bananeros. Nosotros, los novios, padrinos, y el párroco, pasamos a una habitación muy pequeña, para almorzar. Esta es otra costumbre de estos lados, que en el casamiento hay que comer dentro de la casa. En esa pequeña habitación, muy baja y con techo de cinc, sin ventanas, y puerta pequeña… la temperatura se elevaba al doble. Traspirábamos todos sin parar, pero así debía ser. Mientras afuera la gente se sienta bajo la sombra de los árboles, donde corre un poco de aire y ayuda a que sea un poco más fresco. La conversación en ese cuartito estuvo muy bien, animada sobre todo por los padrinos, y por amigos que entraban y saludaban.
Pero la reflexión que se me venía a la mente mientras regresaba manejando el vehículo hasta la misión de Ushetu, era sobre los paganos. Los paganos de estos lados, que en muchas cosas se pueden parecer a los de occidente. Aunque en estos lados, los paganos no suelen tener mala disposición para la fe, sino simplemente ignorancia de la fe.
Durante la misa, como varias veces me ha pasado en esta aldea, o en otras de esa zona, tuve que pedir a la gente que guarde silencio, que no conversen entre ellos, que no coman dentro de la misa, que no se paren en los momento importantes, que no se rían de cualquier cosa, que el coro preste atención, etc., etc. Lo hacemos como lo más normal del mundo, y no se ofenden, pues es algo totalmente nuevo para muchos de ellos. Antes de ingresar a la iglesia, un grupo de dos o tres jóvenes estaban afuera y se reían de los vestidos y trajes, o de los que cantaban en el coro. Ya dentro, en un grupo de hombres veía que todos conversaban en un corrillo, al momento de las lecturas. Les envié al catequista para decirles que hagan silencio, y al instante se callaron y se mantuvieron así durante toda la misa. Pasaron a dar su limosna en el ofertorio, y allí pude ver que todos tenían grandes collares de colores, costumbres de los paganos. Pude ver después, en la casa donde se hacía la fiesta, que muchos de los familiares, de uno y otro lado, eran completamente paganos. Y esto me daba la explicación de porqué en la misa debíamos hacerlos callar, y decirles dónde estábamos.
Es nuestro trabajo principal, como misioneros, enseñarles que hay un orden sobrenatural, trascendente. Algo que ellos nunca lo pensaron, y por eso es que no saben distinguir la fiesta profana, de la sagrada en la misa. Para ellos es todo lo mismo. Sin embargo, de a poco comienzan a entenderlo, y captan que hay momentos de silencio, de oración. Uno de los grandes momentos es cuando nos ponemos de rodillas, se hace un gran silencio, se eleva la hostia consagrada y se toca la campanilla. Hasta los paganos entienden que “hay algo más”, que “hay algo que nos supera”. Se comienza a catequizar, por medio de la liturgia, que nos pone en contacto con lo sagrado. Es magnifico ver el gran poder de las acciones litúrgicas, en un mundo donde todo es profano. De hecho, comienzan a ver cómo para los cristianos el matrimonio es algo sagrado… tan sagrado que es imagen del misterio de Cristo y la Iglesia.
A veces uno se ve un poco ofuscado por la falta de respeto de algunos, pero una vez corregidos y enseñados, nos consuela ver en aldeas como ésta de Bulela, comienzan a participar con gran respeto de la misa… de los sacramentos, y de todas las cosas sagradas. Ahí va penetrando el evangelio…
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE