«Que el amor y la gracia de la Santísima Trinidad nos ayuden a ser fieles en la obra que ha comenzado» (Constituciones, n. 254)

Comunidad Beato Agustín Fariña, Linares, Chile

Marzo de 2022

Querida Familia Religiosa:

El domingo 27 de marzo, las hermanas María Reina de las Vírgenes, Celeste Intercesora y Virgen Cándida llegamos, por gracia de Dios, a la ciudad de Linares, en la región chilena del Maule, para fundar una nueva comunidad apostólica bajo el patrocinio del beato José Agustín Fariña.

            Nuestro patrono nació en España en 1879. Ingresó en la orden de San Agustín y antes de la profesión fue enviado a la misión en la ciudad de Talca, Chile, donde concluyó sus estudios de Filosofía y Teología. Profesó sus votos solemnes en 1898 y fue ordenado sacerdote en el templo de San Agustín de Chile en 1902. Tenía entonces 23 años. En 1918 vuelve a Europa. Al estallar la Guerra Civil en España en 1936, el beato se encontraba en desempeñando el oficio de Director espiritual de la casa de los agustinos en el Escorial. Fue privado de su libertad el 6 de agosto de 1936 como todos los otros religiosos agustinos de San Lorenzo. El 30 de septiembre de aquel sangriento año, fue fusilado junto a otros cincuenta agustinos en Paracuellos del Jarama, actual Camposanto que atienden nuestras hermanas para difundir la devoción a los mártires españoles del siglo XX.

            Nos acompañaron en nuestra llegada a Linares las Madres del Consejo Provincial, las hermanas de la comunidad de Santiago de Chile, el padre Emilio Rossi y el padre Marcelo Cano, misionero en la misma ciudad. En Linares compartimos el almuerzo con el Obispo de la Diócesis, Mons. Tomslav Koljatic, quien nos celebró la Santa Misa por la tarde. En ella, pedimos la gracia de ser santas misioneras según el espíritu de nuestro Instituto y también agradecimos a Dios el habernos traído a estas tierras para cumplir su mandato: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda creatura» (Mc 16, 15), ya que venimos a la misión no por intereses personales o terrenos, sino siguiendo el mandato del Señor; y nos sostiene su fuerza, una fuerza que no es humana.

Los primeros días recorrimos los lugares donde ayudaremos a la Diócesis con diversos apostolados: colegios, parroquias, Cáritas y la capilla de Adoración de la Catedral. También colaboraremos con los encuentros de jóvenes del colegio San Miguel Arcángel, de la Diócesis.

Ciertamente que para nosotras es una gracia comenzar una fundación para el Instituto y para la Iglesia; podemos decir con San Pablo: « ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!»[1]. Pedimos a Dios nos conceda «no ser esquivas a la aventura misionera», como prometemos en nuestra profesión de votos[2]

Nos encomendamos a sus oraciones para poder llevar a Cristo a cada alma que nos ha sido encomendada, ser fieles y perseverar. Queremos terminar con estas palabras del beato Paolo Manna: «Perseverar en la misión, no obstante todas las dificultades, debe ser nuestro deber, nuestro interés y nuestra felicidad»

¡Que viva la Virgen! Y ¡viva la Misión!

Madre María Reina de las Vírgenes, Hermanas Celeste Intercesora y Virgen Cándida

 

 

[1] 1 Co. 9,16.

[2] DE 216