Por: P. Diego Cano, IVE
Ushetu, Tanzania, 7 de junio de 2021
Aquí en Tanzania el año se divide en «tiempo de sequía» y «tiempo de lluvia», estas son las dos estaciones por estos lados. Cada una de ellas dura unos seis meses, aproximadamente. Todas las actividades que se desarrollan se ven afectadas por esto, como puede resultar evidente. En el tiempo de lluvias, que es un tiempo precioso para cultivar, plantar, y disfrutar del clima y del color verde en todos lados, es difícil realizar actividades apostólicas como retiros, campamentos, encuentros. Sobre todo porque la gente tiene mucho trabajo en el campo, y deben aprovechar al máximo para poder cultivar y llegar a la cosecha, y a partir de allí poder obtener todo lo necesario para subsistir. Además que siempre las actividades en la iglesia dependen de que no llueva demasiado, porque la gente suele venir desde lejos.
Por otro lado, el tiempo de sequía es un tiempo más duro en cuanto al clima, pues durante la noche hace frío, como en un clima desértico, y al mediodía hace mucho calor. También corre viento, con bastante tierra, y por momentos se hace muy molesto. Pero esta época de sequía es la mejor para hacer actividades en la misión, por las razones contrarias de lo que he dicho antes: es porque no hay trabajo en el campo, y la gente está más disponible. Se suma a esto que en junio se cierran las escuelas, por vacaciones, pero también porque al ser tiempo de sequía, es muy complicado el asunto del agua, para cocinar, para higienizarse, etc.
En los últimos años en Tanzania, o mejor dicho, en este lugar de Tanzania… he podido ver que el fin de las lluvias coincide con la fiesta de Nuestra Señora de Luján. Luego de sus festejos, llueve una o dos veces más, y el agua se despide por seis meses. Así sucedió en la fiesta del 8 de mayo, que estábamos en pleno fogón cuando se desató un aguacero que nos obligó a terminar más temprano, y hacer el canto a la Virgen mientras buscábamos refugio bajo techo.

Al día siguiente, el 9 de mayo, teníamos la fiesta de la aldea de Mazirayo, que tiene por patrona a nuestra Madre de Luján. En realidad todo ese centro, que está constituido por siete aldeas, está bajo su protección. Allí hemos comenzado a construir una gran iglesia, que está bastante avanzada, sobre todo que ya nos permite rezar adentro y estar asegurados contra las inclemencias del tiempo. Antes rezábamos en una pequeña capillita, donde la mayoría de la gente participaba desde afuera, por las ventanas; o debíamos preparar la misa al aire libre, debajo de los toldos que no son ninguna seguridad en caso de lluvia. Este año organizamos los festejos sin temor alguno, y aún más, con una alegría inmensa de poder rezar dentro de la iglesia.
En esta celebración también tendrían lugar los bautismos de esa aldea, pues estábamos en tiempo de pascua todavía, y es la mejor ocasión de hacer los bautismos de catecúmenos. También fueron bautizados algunos bebés. Pero quiero destacar que hubieron ocho adultos que también recibieron la confirmación y la primera comunión, algunas abuelas entre ellos. Una de las niñas recibió el hermoso nombre de María Luján, elegido por sus padres, el papá es catequista de una aldea cercana.

Al terminar la misa dudábamos si salir en procesión o no, porque el viento fresco y húmedo, y las nubes que se acercaban, nos traían la duda de aguacero… pero tal vez no… como pasa siempre. Nos miramos entre los catequistas y los líderes, y decidimos salir en procesión con la imagen de la Virgen. Y en la puerta de la iglesia comenzamos a recibir las primeras gotas de agua, así que hicimos una procesión muy breve, dando la vuelta a una cancha de fútbol que está junto a la iglesia, y a al vez lo hicimos a “buen ritmo”, no sólo de los bailes sino también de caminata. Acabábamos de regresar a la iglesia, y estábamos en plenas fotos con los recién bautizados, cuando se desató un gran aguacero… ¡Viva la Virgen de Luján! Otra vez al terminar su fiesta, dando la despedida a las lluvias. De hecho pensaba en esto a la semana siguiente, cuando cayó la última lluvia, pues ya ha pasado casi un mes, y estamos entrados ciertamente en el tiempo de sequía.

La Virgen de Luján se la veía hermosa como siempre en medio de sus hijos de Tanzania. Es impresionante el cariño y el amor que le han tomado bajo esta advocación. La festejan siempre con muchos cantos, bailes y mucha alegría. Reina la Virgen de Luján en Mazirayo, rodeada de miles de sus hijos, que como otros “negritos manueles” dicen “Yo soy de la Virgen no más”.
Como estamos en tiempo de sequía, y en el mes de junio, ya largamos con las actividades para los niños en tiempo de vacaciones: los campamentos de catecismo. Tendremos ocho campamentos de cinco días durante este mes, dos por cada semana, uno de varones y otro de niñas, en diversos centros. Calculamos que participarán más de mil niños y niñas entre todos los campamentos.
Y les escribo estas líneas al haber terminado las celebraciones de Corpus Christi. Gracias a que somos tres sacerdotes, hemos podido realizar dos procesiones cada uno, una el sábado y otra el domingo… sumando un total de seis procesiones eucarísticas en la misión. Una gracia inmensa.
Después del “mes de campamentos”, nos preparamos para las misiones populares, que este año serán tres, con todos nuestros religiosos, religiosas, y miembros de la Tercera Orden, especialmente de las Voces del Verbo.
Como verán, entramos totalmente en tiempo de sequía, y de muchas actividades pastorales. Recen por todas estas actividades, por todas las almas que recibirán catecismo, la predicación de la palabra de Dios, y escucharán a los misioneros.
Los mantendré al tanto, por supuesto, con algunas crónicas y fotos.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE






