La cara de la misericordia

Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará

Beata Madre Teresa:
“A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”.

En esta obra de apostolado en la que “se es misionero ante todo por lo que se es… antes de serlo por lo que se dice o se hace”, ocupa el primer lugar el testimonio de vida, “primera e insustituible forma de la misión”, de modo que resplandezca entre los fieles la caridad de Cristo. Const. 166

Estamos en el año de la misericordia, gracias a la visión de nuestro Papa Francisco, quien dio cuenta de la cantidad de gente en la tierra que necesitaba la misericordia divina.

No tenemos que ir muy lejos para presenciar las muchas necesidades materiales y espirituales de la humanidad.

¿Somos capaces de verlas? ¿Qué significa esto para nosotros? ¿Qué exige Dios de nosotros?

Las siete obras Espirituales de Misericordia

1. Aconsejar al que lo necesita,
2. Enseñar al que no sabe,
3. Corregir al que se equivoca,
4. Consolar a los tristes y afligidos,
5. Perdonar al que nos ofende,
6. Ser paciente con los defectos del prójimo
7. Orar por los vivos y los muertos

Las siete Obras Corporales de Misericordia

1. Dar de comer al hambriento,
2. Dar de beber al sediento
3. Dar techo al forastero,
4. Vestir al desnudo,
5. Visitar a los enfermos,
6. Visitar a los encarcelados,
7. Enterrar a los muertos.

Amar es un verbo,
¡tenemos que ponerlo en práctica!

S. Ignatio de Loyola dice: El amor se debe poner más en las obras que en las palabras.

Dios quiere que tengamos su amor, porque Deus caritas est.

¿Quién es el hombre ante los ojos de Dios?

Cada ser humano entra en el mundo con una misión, para con Dios y para con el prójimo. Cada vida tiene un significado.

“Jesus estará en agonía hasta el fin del mundo,
debido a que sufre en todos sus miembros.”
(Blaise Pascal, Pensamientos, n. 553)

«No estamos aquí por el trabajo. Estamos por Jesús. Ante todo somos religiosos. No asistentes sociales, maestros, enfermeros, médicos. Servimos a Jesús en los pobres y todo esto que hacemos es por Él. Nuestra vida no tiene otro sentido. Ésta es una cosa que muchos no comprenden. Servimos a Jesús veinticuatro horas al día y Él nos da fuerzas. Lo amamos en los pobres y a los pobres con Él, pero siempre primero al Señor”
Beata Madre Teresa de Calcuta

Además de la Crucifixión, la Encarnación de Cristo es la señal más grande de la misericordia de Dios: el gran Dio se hizo un pequeño hombre y eligió venir a nosotros por la Virgen María.

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt. 5,8)