Por: P. Diego Cano, IVE

Ushetu, Kahama, Tanzania, 24 de enero de 2023

Es verdad que el nuevo año ha venido con gracias muy especiales. Algunas de ellas trataré de contarles en esta crónica, dejando algunas cosas para escribir la semana próxima.
Gracia inmensa, e inconmensurable para nuestros ojos humanos es haber podido comenzar con el cuidado de los enfermos y abandonados, los preferidos de Dios. Este apostolado, de predicar la fe con las obras de misericordia, sabemos que será fuente de bendiciones para todos, comenzando por nuestra misión, nosotros mismos, los misioneros, y la gente de Ushetu y Kangeme, nuestras parroquias. Pero sabemos que será, o mejor dicho, ya es, una bendición para nuestra delegación de Tanzania, para la diócesis en la que trabajamos, para nuestra Congregación y familia religiosa, y para toda la iglesia. Estas obras brillan con un resplandor especial, y aunque esta pequeña luz venga de un lugar tan remoto y desconocido, llega a los corazones de innumerable cantidad de personas esparcidas por todo el mundo.

El pasado 26 de diciembre, día de San Esteban protomártir, nos reunimos en la iglesia de nuestro noviciado, todos los miembros del IVE y las Servidoras, junto con los laicos de la Tercera Orden y Voces del Verbo. También invitamos a todos los fieles de la parroquia de Ushetu, y por lo tanto nos encontramos con un nutrido número de personas para celebrar la navidad, y luego dirigirnos a la casa del Hogarcito, para la bendición. La misma celebración de la navidad daba el clima festivo en esta ocasión. Los paisajes de estos meses son hermosos, pues es tiempo de lluvias y se ve todo verde y florecido. Alegra ver en las fotos la intensidad de todos los colores, del paisaje, de las plantas y cultivos, del cielo, y hasta de las vestimentas de nuestra gente, especialmente las mujeres.

Al finalizar la misa comenzamos una procesión en dos ordenadas filas, como es costumbre aquí, y nos dirigimos en primer lugar a una ermita que hemos construido en el frente del terreno, junto al camino. En ella colocamos una muy bonita imagen de la Virgen de Schoenstatt, “la Mater” como le dicen cariñosamente sus devotos.

 

Es una mayólica que me obsequiaron hace casi tres años, pero que nunca habíamos podido concretar la construcción de la ermita. Ahora se hizo realidad gracias a las donaciones y ayudas de la gente de Villa Ballester en Buenos Aires. Nos alegra mucho poder tener una imagen a la vera del camino, bendiciendo y protegiendo a todos los que pasan. Muchos, la mayoría, de los que transitan ése camino, son paganos, y me la imagino a la Virgen llamándolos cada vez que pasan frente a ella. Hicimos allí la oración y la bendición.

Después seguimos la procesión hacia la casa de caridad, que por el momento no estaba habitada, pero queríamos bendecirla por ser una ocasión especial. Sin embargo ya teníamos a quienes se dedicarían a este apostolado, el P. Martin Connolly, y los hermanos Emanuel y Boniphace. Para ese día también vino el que sería el primer beneficiario de esta obra: Simoni. Un muchacho de unos 30 años o más, a quien cuida su mamá, pero debido a que ella está casi sola, ya no puede atenderlo como desea. Ella se sintió feliz de poder tener esta oportunidad, y al mismo Simoni se lo ve siempre contento, y responde con una sonrisa. La familia de Simoni viven muy cerca de nuestra casa, y vienen a verlo y visitarlo muy seguido.

La gente de nuestra parroquia, como de muchos otros lugares, nunca ha visto ni ha escuchado hablar de una obra así. De hecho es la primer casa de misericordia en esta diócesis de Kahama. Hubo que recordar en varias ocasiones con anterioridad, y especialmente en el día de la bendición, qué significaba esa obra. Se bendijo la casa, y presenté al Padre y los Hermanos… aunque todos ya los conocen, pero me refiero como quienes se dedicarían a este apostolado. La gente muy contenta, y a muchos se los veía emocionados. Sobre todo ante la anécdota de que si bien la casa no estaba habitada todavía, resulta que al momento de la bendición el sol estaba en su cumbre y quemaba bastante. A Simoni lo habían sentado en la veredita de la casa, y se recostó al rayo del sol. Entonces el P. Martin lo llevó a ocupar una de las nuevas camas, todavía sin estrenar. La gente miraba con admiración, pero también se esbozaban sonrisas cuando pasábamos con el agua bendita, y Simoni estaba disfrutando de su nueva estancia.

Como a la construcción el faltaban algunos detalles necesarios para poder ir a vivir, en los días subsiguientes los hermanos y el padre Martin se dedicaron a poner todo a punto. Esperamos que llegaran algunos muebles, algunos armarios muy simples, las cortinas de los baños y de las ventanas, etc. La casa tiene luz por paneles solares y baterías, pues no llega allí la red electricidad. El agua, actualmente, se obtiene recolectando el agua de lluvia, y al menos hasta el mes de mayo será así. Para todas las necesidades se debe utilizar un balde para traer el agua, para cocinar, lavar la ropa, higienizarse, etc. Durante esos días también fueron a visitar a un hombre que iba a necesitar venir a este hogar. Un abuelo que no tiene quien le ayude y su condición de pobreza era impresionante. Ahora está con nosotros, y se lo nota muy contento también, se llama Jemsi, es nuestro segundo beneficiario. Y cuando el hogar estaba en su primer semana, Dios nos bendijo con un miembro más de esta familia, un niño de unos 12 años, Paskali. Él no habla nada, y tampoco camina. Lo trajeron con su silla de ruedas.

Ahí está esa casa de Dios, donde se alberga y se cuida a sus preferidos. Es un gran honor que el Señor nos participe de esta gracia a nosotros. La construcción está en sus comienzos, pero es suficiente por el momento. Hay que seguir adelante, agregando en cuanto se pueda: una sala de estar, un comedor, cocina afuera para cocinar con leña, lavandería… una casita para los religiosos, una capilla. En fin, faltan muchas cosas… ustedes se imaginarán. Faltan cosas materiales, pero no falta la caridad, que es lo más importante y lo que le da vida a estas obras.

No falta tampoco el lugar de oración. En una de las pocas habitaciones que dispone el edificio, y que estaba pensada como depósito, se ha dispuesto un pequeño oratorio. Allí se conserva la Eucaristía en el Sagrario, y se celebra la Misa para todos los que allí viven. Es el lugar más importante de la casa, pues es de la oración, de la Misa de las visitas a Jesús Sacramentado, de donde se pueden obtener fuerzas para llevar adelante una obra de semejante calibre, tan sacrificada.

Agradezco la generosidad y el buen ejemplo del P. Martin y los hermanos Emanuel y Boniphace, que con tanta disponibilidad y alegría han asumido esta gran obra.

¡Firmes en la brecha!
¡Viva la Misión!

P. Diego Cano, IVE