Por: Maria Mater Unionis, SSVM

Fairbanks, 13 de octubre de 2023

Querida Familia Religiosa,

Para terminar las crónicas de enero, otro apostolado que tuvimos fue una salida para mamás e hijas por dos días, el 28 y 29 de enero. La idea inicial fue hacer una salida con las Hijas de María que recientemente habían recibido sus vestidos. Eran alrededor de dieciocho niñas y las mamás.

El viernes 28 de enero tuvimos Misa en la parroquia a las ocho de la mañana, y después de un breve desayuno empezamos el viaje hasta nuestra primera parada.

Los abuelos de un monaguillo de nuestra parroquia tienen una grandísima cabaña de madera y un monte perfecto para deslizarse con los trineos. Así que ellos nos recibieron por la mañana en su casa y ahí nos quedamos hasta el almuerzo. Durante dos horas más o menos estuvimos deslizándonos con los trineos con las chicas. Como es normal, nos entraba nieve en los zapatos y por todo el cuerpo, así que con frecuencia teníamos que entrar en la cabaña para calentarnos y luego volver a salir para continuar con la aventura. ¡Esas niñas no temen el frío!Por la tarde nos fuimos hasta el campamento de los scouts donde dormiríamos esa noche. Después del tiempo libre y la merienda, empezamos a hacer las pizzas para la cena. Las mamás prepararon la masa de la pizza y las niñas hicieron lo demás. Esas horas en la cocina fueron medio caóticas, todo el mundo quería literalmente “meter las manos en la masa”, pero al final todo salió muy bien. Especialmente las niñas estaban muy contentas de comer la pizza que ellas mismas habían hecho.

Antes de la cena tuvimos el Rosario y las buenas noches. Después de la cena miramos la película de Don Bosco y ya era hora de prepararse para dormir. Y a la hora de dormir, ya se pueden imaginar ustedes… siempre está la primera resistencia y el deseo de seguir charlando y jugando. Pero todas estábamos muy cansadas y al final el sueño nos venció.

Al día siguiente, sábado 29 de enero, al sonar la campana todas se despertaron y sin más empezaron a hablar y saltar por todas partes. Después del desayuno tuvimos el Rosario y los buenos días. Y como ustedes se imaginarán, entre una actividad y otra, había muchos juegos.

Habíamos anunciado que el sábado por la mañana tendríamos una actividad sorpresa para ellas, así que todas estaban esperando ese momento. Les dimos camisetas con la imagen de la Virgen de Luján para que ellas las pintasen. Mientras pintaban, escuchamos la conversación entre dos de las niñas, la mayor de unos diez años dijo a una más chiquita de cinco años:
—¡Sabes pintar muy bien! ¿Vas a ser una artista cuando crezcas?
A lo que la de cinco años con tono serio y firme le contestó:
—¡No! ¡Yo voy a ser monja cuando crezca!
Y la de diez años le dijo que ella todavía no sabe lo que Dios le pide.

Después escuchamos otra conversación entre otras niñas, en la que una aconsejaba a la otra a rezar y hacer la voluntad de Dios, que es siempre lo mejor, y que, si Él la llamase para ser religiosa, tenía que contestar que sí.

El invierno es muy duro en los meses de enero y febrero, es sabido en el norte de Alaska que esos son los meses más difíciles del año, sea por la nieve, la oscuridad, el ocio o porque todos ya están hartos del invierno que nunca termina. Durante esos meses, intentamos a hacer muchas actividades para mantener a todos los parroquianos ocupados y no dejarse llevar por la “depresión del invierno que nunca acaba”. Nunca me voy olvidar de la primera vez que leí cuando el padre Segundo dijo que lo que lo salvó de la insanidad en sus años en Alaska fueron tres cosas: su tabernáculo, los niños y la máquina de escribir.

Para los niños lo mismo da que sea junio, septiembre o enero, los niños alaskeños como los niños en todo el mundo están contentos con lo que sea, con lo que venga. Ellos se alegran por el calor y la lluvia, por el frío y la nieve, por el sol y las horas de luz, por la luna y las horas de oscuridad. Estar cerca de los niños e imitar su ejemplo es el modo de vivir en ese lugar de extremos. Jesús sabía muy bien lo que decía cuando nos dijo que debemos hacernos como niños para entrar en el reino de los cielos; tomando sus palabras, diría también que hay que hacerse como niños para entrar en el invierno en Alaska…

Al terminar de pintar todas las camisetas, empezamos a ordenar el lugar y prepararnos para volver a Fairbanks, ya que esa tarde todas teníamos Oratorio en la Catedral.

 

¡Muy feliz día de San Eduardo!
Entre el cielo y la nieve,
Maria Mater Unionis, SSVM