Querida Familia Religiosa:

Queremos compartir con Ustedes la alegría inmensa de que, finalmente, por gracia de Dios, el pasado viernes 27 de abril, se pudo concretar la fundación de un Monasterio en nuestra Provincia de Extremo Oriente.

El Concilio Vaticano II dice que las religiosas contemplativas “mantienen un puesto eminente en el Cuerpo Místico de Cristo… Ofrecen, en efecto, a Dios un eximio sacrificio de alabanzas, ilustran al Pueblo de Dios con ubérrimos frutos de santidad, lo mueven con su ejemplo y lo dilatan con misteriosa fecundidad apostólica. Así son el honor de la Iglesia y hontanar de gracias celestes” (Perfectae Caritatis, 7).

Esta misteriosa fecundidad apostólica ha sido, justamente, una de las mayores causas de nuestro deseo de tener en Taiwán un monasterio desde los inicios de la misión, hace más de veinte años.

El tan anhelado monasterio está bajo el Patrocinio de Nuestra Señora de Sheshán y la comunidad está formada por la M. Maria del Santísimo Sacramento (argentina), priora, y las hermanas Maria del Desierto (hongkonesa), Maria Ainsa (argentina) y Maria Qinyang (china-malaya).

La Providencia dispuso, no hace mucho, que el convento de la parroquia vecina, dedicada al Sagrado Corazón, quedara desocupado. Fue así que nuestro obispo, Monseñor Juan Bautista Lee, nos ofreció trasladar allí la comunidad apostólica de Servidoras de la parroquia “San Antonio” junto con la Oficina Provida, también a cargo de las hermanas. De este modo, el edificio de cuatro pisos ocupado hasta el momento por las hermanas apostólicas, que cuenta además con un pequeño patio trasero, quedaba disponible para las contemplativas. Aceptamos inmediatamente la oferta, proponiendo además que la comunidad ocupara todo el tercero y cuarto piso, y que con una pequeña reforma que salvara la clausura, se pudiera dejar parte del primer piso, y todo el segundo para la realización de retiros y ejercicios espirituales.

Ahora la oración y las vigilias, las alabanzas en el oficio divino, la vida en la celda y en el trabajo, las penitencias, la enfermedad y los sufrimientos de nuestras hermanas contemplativas unidos al Sacrificio de Cristo alcanzarán del Cielo para este lugar y para su gente, gracias abundantes; sobre todo la de “que el pueblo chino conozca a nuestro Señor Jesucristo y a su Madre la Santísima Virgen María”, que es la intención general encomendada a este monasterio.

La Santa Misa inaugural tuvo lugar a las 11.00 a.m en la Iglesia de la Parroquia “San Antonio”, contigua al edificio del monasterio, en la ciudad de Zhongli. Fue presidida por nuestro obispo Mons. Juan Bautista Lee, a quien le debemos en gran medida esta gracia y concelebraron, además del obispo emérito Mons. Liu Dan Qui, doce sacerdotes, siete de ellos diocesanos y cinco del IVE, entre los cuales el P. Miguel Soler, superior provincial, y casi todos los padres que se encuentran misionando en Taiwán. También asistieron las madres del consejo provincial, todas las hermanas misioneras en este país y dos de la comunidad de Hong Kong. Y para nuestra sorpresa —por ser día de semana—, unos 140 fieles laicos, entre parroquianos, amigos y bienhechores quisieron compartir nuestra alegría. Varios pidieron permiso en sus trabajos para poder asistir. Muchos de ellos, en distintos momentos, mostraron su aprecio por la vida contemplativa.

Durante el sermón el obispo, además, de contar en detalle la “gran vuelta” que tuvimos que andar hasta fundar —refiriéndose el tiempo que tomó dar con un lugar apropiado—, y de expresar su deseo de que fundáramos un monasterio en su lugar natal desde que supo que teníamos contemplativas, habló de la importancia y del poder de la oración comunitaria de los contemplativos, destacando la Santa Misa como la oración publica y comunitaria por excelencia. Resaltó que su oración, la de los contemplativos, es apoyo, complemento, reparación e intercesión para los cristianos laicos, los sacerdotes, para todos los miembros del cuerpo místico. Que en la Iglesia Católica en Taiwán existe un gran aprecio por la oración, de hecho, hizo notar que las carmelitas han tenido tantas vocaciones que hace poco fundaron el tercer monasterio en los 50 años de historia de esta congregación en Taiwán. Pero agregó que esta “fuerza interior” de la oración, necesita ser descubierta, y que a eso ayudan los monasterios contemplativos.

Finalmente agregó que esta comunidad, al tener a María de Sheshán por patrona, quiere significar que su oración se une a la de Ella, tan poderosa en la intercesión de sus hijos como nos lo revelan las Bodas de Caná.

Durante la Santa Misa, para significar su aprecio por la vida contemplativa, dijo que le regaló a la comunidad la imagen de Nuestra Señora de Sheshan que los obispos de Taiwán le obsequiaran con motivo de su ordenación episcopal. Imagen que las hermanas han colocado ya en la capilla del Monasterio, con la intención de rezar por los obispos de Taiwán.

También el cardenal emérito de Hong Kong, Joseph Zen, que no pudo hacerse presente a la ceremonia, envió sus saludos de felicitaciones y ofreció de regalo un Sagrario y una custodia para la Adoración.

Al final de la Santa Misa, además de expresar nuestra alegría, agradecimos públicamente a Mons. Lee, no sólo por darnos su apoyo incondicional durante los doce años en los que ha pastoreado la diócesis, sino también por no haber cesado de buscar todos estos años un lugar para hacer posible el establecimiento de este monasterio.

Asimismo, alentamos a todos a venir al monasterio a unirse a la oración de las hermanas, explicándoles que, por ser un lugar de encuentro con Dios en el silencio, nos permite oír con mayor claridad su Voz divina que siempre nos habla en el fondo de nuestro corazón.

Después de la Misa los dos Obispos presentes recorrieron las instalaciones del Monasterio, y en compañía de las hermanas contemplativas, bendijeron sus dependencias.

Luego tuvo lugar el almuerzo, con todos los presentes, con el tradicional fogón. Todo en un clima de alegría festiva e indescriptible por habérsenos concedido esta gracia después de mucho tiempo de espera.

Gracias damos a Dios por este enorme don, que nos llena de gozo, que lo es también para el Instituto, para esta diócesis, para la Iglesia de Taiwán, y para la Iglesia del mundo entero.

¡Y que sea el primero de muchos monasterios más, del IVE y de las SSVM en esta parte de Asia!
M. Maria de las Victorias