Por: P. Diego Cano, IVE

Mazirayo, Ushetu, Tanzania, 20 de febrero de 2022

Escribo estas líneas para acompañar las fotos de la fiesta patronal de la Virgen de Lourdes, fiesta de nuestra parroquia de Ushetu. Hemos podido comprobar una vez más que la gente de nuestra misión va adquiriendo mayor devoción a nuestra Madre, demostrado especialmente por la preparación y la participación de la fiesta.

En primer lugar, se preparó un coro de 120 personas. La mayoría de ellos provenientes de diversas aldeas, y para unificar bien los cantos y las voces, se realizaron muchos ensayos, varios de ellos en diversos puntos de la parroquia, para que todos puedan participar. Algunos debían viajar casi 20 km para poder reunirse. El día anterior a la fiesta, sábado 12 de febrero, hicieron todo un día de ensayo. El coro ciertamente que ayuda en la liturgia de la misa, pero de manera especial en Tanzania, el coro cumple una función importante respecto al “clima o espíritu” de fiesta. Animan con sus cantos el fogón, pero también cantan durante la procesión, y casi podríamos decir que “en todo momento”. Por ejemplo, en el colectivo, en el viaje para llevar de regreso a los miembros del coro de Nyasa y Mwendakulima, fueron cantando durante dos horas completas.

Otro preparativo de la fiesta para honrar a la Virgen, y vivir un clima de familia, fueron las competencias deportivas. El P. Víctor Guamán les repartió “lista de buena fe” entre algunas aldeas, centros y hasta “jumuiyas” (grupos de familias). Comenzaron a competir el día sábado, porque el domingo no hay mucho tiempo por la tarde para todos los partidos de fútbol, voley, y pelota al cesto. Destacamos sobre todo la participación, ya que años anteriores no lográbamos que se quedaran después de la comida del mediodía y el fogón. Todos los partidos estuvieron rodeados de simpatizantes, hinchas, y amigos que alentaban, pero quería destacar el partido de “pelota al cesto”, con su final, cuyos goles eran gritados por una nutrida hinchada, y se escuchaban los goles desde lejos. Las señoras de la parroquia, junto con las jóvenes, jugaron este campeonato, con una final “para el infarto”. Fuera de broma, era increíble ver a las “doñas” de la parroquia corriendo, saltando, y tirándose al piso para rescatar una pelota dividida. Al día siguiente, algunas de las señoras que trabajan en la parroquia se reían de sí mismas, porque “les dolía todo el cuerpo” después del campeonato. Al final del día se entregaron premios a los ganadores de cada categoría, niños, jóvenes y adultos.

La misa la celebramos dentro de la iglesia, aunque mucha gente debió participar desde afuera, porque no da la capacidad para todos. Como es tiempo de lluvias, no podemos arriesgarnos a preparar todo afuera. Sin embargo ése día fue fantástico, en cuanto al cima se refiere, pues estuvo soleado y muy agradable. El día anterior y el posterior, tuvimos tormentas. Una gracia de la Virgen de Lourdes, pues pudimos realizar también una bellísima procesión, con la participación de muchísima gente. Al finalizar la procesión, tuvo lugar el almuerzo con más de 500 comensales, y un fogón con algunos cantos de el coro, de las niñas de la Infancia de Jesús, y aspirantes y novicias.

Quería unir a esta crónica la noticia de que recibimos de regalo, desde Chile, una hermosa imagen de la Virgen, hecha en fibra y resina. La imagen fue transportada por el voluntario que vino desde ése país, y tuvo sus aventuras, pues la imagen se extravió el el aeropuerto de Etiopía, pero felizmente fue encontrada, la recibió el voluntario al otro día en Dar es Salaam, capital de Tanzania. Esa caja la abrimos el día anterior a la fiesta patronal, junto con los miembros del coro. Está destinada para una ermita en el frente de la parroquia de Ushetu, de forma que sea vista por todos los que pasan por el camino.

San Pablo le escribe a los Corintios: “¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar el evangelio entregándolo gratuitamente.” (I Cor 9,18) Pensaba en estas palabras al ver la gran alegría de los padres, hermanas y religiosos, al final del día. Nosotros gozábamos de haber visto a la gente participando de la fiesta con tanta alegría y devoción. Siempre estas actividades exigen esfuerzo y dedicación de todos, mucho trabajo, y cansancio también. Pero eso mismo es nuestra paga, “predicar el evangelio”, que nos llena de alegría, al ver los frutos en las almas… y predicar “entregándolo gratuitamente”, por amor a Dios.

¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE