Por: P. Diego Cano, IVE

Kangeme, Kahama, Tanzania, 18 de junio de 2023

Ponerse a escribir en medio de los campamentos de niños, es casi una utopía, por eso opté por escribir algunas notas en el cuaderno, para no olvidarme, y porque lo mejor es lo que está escrito en el momento. Ahora transcribo esas notas que hice algunas noches atrás.
Sábado 10 de junio, vísperas Corpus Christi. Me parece increíble estar recién llegado de Argentina. Pues llevo dos días aquí, y las actividades se suceden sin descanso. Hoy tuve la misa y procesión de Corpus en una aldea que queda a 40 km de Ushetu. Todavía me cuesta aterrizar, pues están en mi memoria los recuerdos de la despedida de casa, de mi mamá, de mis hermanos… despedida de La Finca. Llegué a la misión, justo estaban terminando un campamento de niños de catecismo, y salieron todos a recibirnos. Fue muy emocionante, pues hicimos un “abrazo comunitario”, o algo así, mientras saltábamos y cantábamos, riéndonos como locos. Digo en plural, que “nos recibieron”, pues llegué acompañado de cuatro voluntarios de Argentina, con quienes viajé en bus desde Dar es Salaam hasta Kahama. Dejar la casa y llegar a la misión. Son dos caras de una misma moneda, uno es doloroso y otro muy alegre, pero lo segundo es fruto de lo primero. Le agradezco inmensamente a mi mamá, y siempre lo haré, por su entrega generosa de todos sus hijos a Dios. Gracias a ella y a mis hermanos, estos niños hoy me recibieron así, con tanta alegría. En mi mente está grabada la bendición que ella me dio en la frente antes de salir. Y esta es nuestra vida misionera.

Hoy celebré un “Corpus Christi misionero”, es decir, en una aldea lejana, en Tanzania… en un lugar lleno de paganos que miraban todo con sorpresa, otros con desprecio, otros con burlas, y hasta risotadas bien sonoras. Pero ése es el lado oscuro de un cuadro lleno de luz, como fue ver tanta gente participando, el coro tan bien preparado, muchos niños cantando y acompañando a Jesús Sacramentado. Como les decía que estoy recién llegado, no puedo dejar de tener ante los ojos de mi imaginación las hermosas misas vividas en el Seminario de la Finca, las misas en las casas de formación, en las Contemplativas… y resulta un contraste que siempre me emociona. Pues resalta mucho más la sencillez y pobreza de estos lugares, a los que nosotros, los misioneros, nos acostumbramos mucho. Recordar las liturgias que hemos vivido, tan preparadas, con cantos tan hermosos, con el coro polifónico, con los vasos sagrados dignísimos y los ornamentos, y hasta los arreglos florales, que aquí siempre faltan en estas épocas de dura sequía, donde todo está amarillo, y es imposible encontrar flores en medio de tanto viento, polvo y sol ardiente. Pero eso también da alegría, pues se trata de la entrega y renuncia de cosas que son lícitas y buenas, buenísimas, pero que también Dios nos pide que nos desapeguemos… y para que veamos la belleza que brota de las almas puras, de tantas y tantas comuniones que repartimos, y de un sermón catequético que era escuchado con mucha atención por niños y adultos, cientos de ojos concentrados en el misionero.

Y en la Solemnidad del Corpus, por cierto, lo más importante no faltaba, ¡allí estaba Jesús Eucaristía! ¡Radiante! Caminando por las callecitas de tierra de Mazirayo, pasando entre casas de adobe, bajo el sol de mediodía africano, entre cristianos y paganos. A los niños les dije, al terminar la procesión, que como yo llevaba la Eucaristía, y estaba tan cerca de Jesús, me había dicho que estaba muy contento al ver tantos niños que lo acompañaban. Los niños aplaudieron con gran alegría esto, y los grandes se sonrieron por este recurso que había usado. En el altar estaba la imagen de la Virgen de Luján, que fue llevada el 20 de mayo pasado, en medio de una gran aclamación de todos los fieles de esa zona. La Virgen está hermosa, “cada vez más linda”, como dice la canción. Un golpe en mi corazón fue que en el momento del sermón, les quise decir que el amor de Cristo Eucaristía era tan grande que hasta se había quedado con nosotros en el Tabernáculo, en el Sagrario. Y les pregunté a los niños si sabían qué era el Sagrario, y todos se quedaron mirando sin responder. Les traté de explicar, “una cajita de madera o de metal, donde guardamos la Eucaristía, Jesús Sacramentado”… ¿lo han visto alguna vez cuando han ido a la parroquia, en las fiestas o en los campamentos? Tal vez sí habían ido, la verdad era que no se acordaban. Me golpeó un poco reflexionar en esto, justo el día del Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesús, que hayan tantos cristianos que todavía no hayan podido ver un Sagrario, o que no se hayan familiarizado con él.

Después de la misa y procesión, todos recibieron comida, muy simple, en un clima de alegría. No era comida de fiesta, porque no se podía, pero lo importante es poder comer algo, pues muchos han venido de lejos, y han caminado varios kilómetros. Además de que todo terminó cerca de las dos de la tarde, y después de eso deben también regresar caminando otros tantos kilómetros a sus aldeas.

Nosotros, con los hermanos y el catequista, al regresar pasamos por el colegio secundario de Ubagwe. El objetivo era ver un nuevo pozo de agua que se ha podido excavar, gracias a la ayuda de un doctor peruano que trabaja aquí en Tanzania, en la capital. La escuela es relativamente nueva, creo que tiene unos cuatro años de existencia. El pozo, por gracia de Dios, ha sido excavado en medio de la escuela, lo que es una alegría enorme, pues no deberán caminar para ir hasta el agua. Quedamos que cuando regresen de las vacaciones los alumnos, haremos una misa para agradecer a Dios y bendecir el pozo. Allí se quedó el catequista, que luego regresaba a su casa caminando. Nosotros seguimos viaje a Kangeme, pues era sábado, y nos esperaba la catequesis. Otras vez, mucha alegría, saludos y juegos.

Por todo esto verán que me parece increíble estar recién llegado… y haber celebrado el Corpus Christi en tierra de misión. Todo tiene un sabor muy especial. Mañana tendremos dos procesiones de Corpus Christi, una en Ushetu y otra en Kangeme; y por la noche comenzaremos con dos campamentos de catecismo, uno en Mazirayo, de niñas, y otro en Kangeme, de varones. Y todo sigue así… recién dos día de llegado.

¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE