Por: P. Diego Cano, IVE

Alejandría, Egipto, 31 de julio de 2023

Cuando se acerca el tiempo de las misiones populares, todo el mundo comienza a preguntar dónde se van a realizar. Y digo “todo el mundo”, pues son los sacerdotes, las hermanas, los religiosos, las aspirantes, y los jóvenes… quienes quieren saber dónde serán. Me hace acordar al tiempo en que estaba en el seminario de la Finca, y a fin de año cada vez que veníamos al comedor, mirábamos la cartelera a ver si aparecía la “lista de las misiones”.
Siempre produce entusiasmo, pues se trata de trabajo misionero, días de muchos sacrificio y generosidad, pero a la vez son días de inmensa alegría, profunda alegría, alegría que el mundo no puede dar. Sobre todo, cuando al final de esos días de gracia se ven las comunidades más fuertes y alegres, participando de la misa y el rosario, y de manera especial recibiendo los sacramentos, es decir, viviendo la verdadera vida de Jesucristo, la vida de la gracia. Por ejemplo, los jóvenes de las Voces del Verbo, esperan cada año con ansiedad los nombres de los que participarán en las misiones. Siempre elegimos entre los que más se han esforzado durante el año, y este año los elegidos fueron sólo diez, sobre todo porque no teníamos más lugares en los vehículos. ¡Y los jóvenes que habían participado en la última reunión de las Voces fueron ciento veinte! Es impresionante cómo les gusta venir a misionar con los religiosos.
Este año en la misión de Tanzania se realizaron dos misiones populares, una en el pueblo de Namba Moja (Número Uno), y otra en Namba Nane (Número Ocho). Curioso el nombre, ¿verdad? Por lo que he podido entender, han recibido estos nombres cuando una compañía de tabaco, entre los ’80 o ’90, llegaron a estas zonas, y al no estar establecidas las poblaciones, comenzaron a dividir “lotes” o “sectores”, dándoles un número. Me hace acordar a lo que he visto en la zona de nuestras parroquias de Santiago del Estero, en Argentina, donde hay parajes que llevan nombres como “Lote 15”, y semejantes.
Estos dos pueblos están en el camino que lleva desde Ushetu a la parroquia de Kangeme. Entre ambas parroquias media una distancia de 20 km y estas aleas están ubicadas a mitad de camino, un poco más cerca de Kangeme, y por eso pertenecen a esa parroquia. Los misioneros se alojaron en Kangeme y Ushetu; los varones en Kangeme, y las mujeres en Ushetu. Y todos los días se encontraban bien temprano en el centro misionero, para comenzar con el rosario de la aurora, y separarse luego del acto misionero y el fogón, para ir cada grupo a su alojamiento.
La misión de “Namba Nane”, se realizó en la capilla que tiene por patrono a San José, y estuvo a cargo del P. Francisco Rossi, junto a 24 misioneros y misioneras. La capilla de “Namba Moja” tiene por patrono a San Antonio de Padua, y estuvo predicada por el P. Pablo Folz, también acompañado de un grupo de 24 misioneros, varones y mujeres.
La misión de Namba Moja debieron soportar un ambiente más mundano, si se puede decir, que los rodeaba, pues nuestra iglesia está cerca de un pequeño centro, donde hay electricidad, y por lo tanto ponen música fuerte todo el día. Por eso mismo en la misión debían poner música religiosa como para estar más tranquilos y contrarrestar el ruido. La misión fue un poco dura al inicio, tal vez tres o cuatro días en que casi no asistían adultos al acto misionero de la tarde. Pero fue creciendo el número día a día, y al final de la misión se vieron los frutos, con toda la comunidad trabajando y con mucha alegría. Algunas personas les decían a los misioneros en el último día, que “la iglesia estaba llena, y nunca la habíamos visto así”.
En la misa de clausura se realizaron tres matrimonios. En uno de ellos, él es maestro de la escuela primaria, y no estaba ni siquiera bautizado. Entonces se preparó y pudo recibir los sacramentos en la clausura de la misión. Ya había tenido formación religiosa, y conocía algo de la fe, por su esposa y porque simpatizaba con nuestra iglesia. Al ser un maestro de la escuela, es una persona con cierta autoridad en el pueblo, y esto los alegraba a todos los que allí lo veían recibir los sacramentos y sumarse a la iglesia Católica. También en esta misión, una niña discapacitada de unos dos o tres años de edad, recibió el bautismo y la confirmación. Sus padres eran paganos, pero la dejaron con su abuela, y ella sí, siendo católica practicante, y muy buena, llevó a su nieta a recibir los sacramentos.
Los religiosos, junto con los jóvenes de las Voces del Verbo, fueron dando los “cartuchos doctrinales” y las controversias, con muy buena preparación. Algunos jóvenes ya han participado en varias misiones, y van tomando el espíritu, caminando y trabajando mucho. Algunos días han caminado más de diez kilómetros entre ir y volver de distintos parajes.
Me contaban los misioneros que se han encontrado con casos increíbles. En una ocasión, llegaron a una casa, donde todos eran paganos, y estaba allí de visita un vecino, que era musulmán. Los misioneros hablaron con el hombre de la casa y le ofrecieron bendecir la casa, y los invitaron a la misión. Con un poco de reticencia les dejó hacer la bendición, y cuando comenzaban a despedirse, el vecino que allí estaba les comenzó a insistir a la hermana y los misioneros que fueran a su casa, que estaba allí cerquita. Insistió que la familia se pondría muy contenta, pues tenía dos esposas, y las dos eran católicas. Su familia “reza”, va a la iglesia, menos él. Cuando llegaron a la casa, se encontraron con muchísimos niños, y pedía insistentemente que su casa estuviera bendecida, y les dieran bendiciones a sus hijos. Se lo notaba muy contento, así que los misioneros le preguntaron porqué no venía a la iglesia, porqué no se hacía católico… y respondió: “es que tengo dos esposas”. Pero de todas formas los misioneros los exhortaban a que viniera, y de a poco Dios le mostraría cómo hacer para arreglar su situación.
En esta misión se administraron 22 bautismos de niños, 6 confirmaciones, 7 primeras comuniones, y tres matrimonios.
Digamos algo de la misión en Namba Nane. Es un centro más pequeño, con menos negocios, y a la vez la iglesia está más apartada. Pero no por eso hay menos gente, todo lo contrario. Por eso el ambiente era mucho más tranquilo. Contaban los misioneros que había un grupo de abuelas, tres o cuatro, que caminaban con dificultad, ayudadas por un bastón, que ya a las 5:30 am estaban en la iglesia, para el inicio del rosario de la aurora, y se quedaban todo el día, hasta el acto misionero de la tarde. Como les costaba tanto moverse, preferían hacer así, y se quedaban a comer con los misioneros. Ellas no podían caminar en la procesión por la mañana, y por la tarde, por eso rezaban el rosario en la iglesia al mismo momento que los demás. En esta misión se acercaron varias personas que hacía muchos años que no se confesaban. El Padre Francisco contaba que durante la adoración, todos los días de la misión, estuvo confesando. Se confesó muchísima gente en esos días.
En esta misión le pasó a la Madre Protectrice, junto con algunas postulantes, que llegaron a una casa muy apartada, que nunca habían escuchado nada de la religión. Gente de la tribu sukuma, y a la vez sin casi nada de contacto con la sociedad, sino tan solo con la inmediata que los rodea, sus familias sukuma, etc. Hubo que comunicarse con ellos con la lengua sukuma, pues dominaban muy poco el swahili. Allí les comenzaron a explicar las primeras verdades de la fe, y escuchaban con atención. Mientras estuvieron, vieron que muchos niños tenían collares y amuletos que les suelen poner los brujos, y entonces les propusieron que si se los sacaban, les darían medallas de la Virgen. Estuvieron de acuerdo, y les quitaron todas esas cosas… pero lo cómico fue que los misioneros no tenían medallas suficientes para todos los niños y adultos. Les dijeron que vayan a la misión y que allí les darían las que faltaban. Al otro día estaban dos jóvenes de esa familia en el acto misionero, allí sentadas sin entender nada de lo que se hablaba en swahili. En medio del sermón misionero del Padre Francisco, una de ellas se para y comienza a hablar en voz alta en sukuma, diciendo que le habían dicho que viniera, pues le darían medallas de la Virgen. A muchos les llamó la atención, y les dijeron que después de que ese hombre blanco terminara de hablar, le darían esas medallas. Vinieron también algunos otros días a la misión, y es increíble pues era la primera vez en sus vidas que veían a un misionero, y que entraban en una iglesia. Todo esto dará sus frutos, ciertamente, como la semilla del evangelio, que crecerá en sus corazones. Era la primera vez que veían una imagen de Cristo y de la Virgen, y que llegaban a un ambiente cristiano. Dios quiera seguir atrayendo a los paganos a la luz de Cristo, por medio de los misioneros.
En esta misión se administraron 13 bautismos, 5 confirmaciones, 5 primeras comuniones, y dos matrimonios.
Es increíble el bien que hace a todos la Misión Popular, a los misioneros y a los misionados. Es una gracia inmensa haber aprendido a realizar estas misiones, según el espíritu de nuestra querida Congregación, que nos ha enseñado a ser misioneros.
Rezamos por la perseverancia de estas almas que han recibido a Cristo por los sacramentos, y por aquellos que de han recibido a Cristo en la persona de los misioneros, pues “a quien vosotros recibe, a mí me recibe” (Mt. 10,40). Rezamos para que se sigan acercando más y más a Nuestro Señor, hasta que puedan recibirlo en sus corazones por la gracia.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE