Por: Sem. Benito José Piergentili, IVE

Santa Misión Popular – Suter 2021

Del 10 al 19 de diciembre Dios nos dio la gracia de poder realizar una misión popular como solemos hacer todos los años en el mes de diciembre. Esta vez fue en la Capilla San Ramón Nonato, en el Barrio Suter (San Rafael). La zona es extensísima (para los que conocen, desde la ruta para atrás hasta los Filtros y los límites a los costados, El Toledano y Dean Funes) y la mayoría de la gente es nueva. Encontramos aquí la dificultad de la proliferación de muchísimos movimientos pseudoreligiosos, gnósticos, que hacían la misión mucho más complicada. Por eso, todos los frutos eran realmente milagros impresionantes, se estaba sembrando y tratando de cosechar en un terreno súper áspero. Veíamos que la gente era de clase media-alta, muy acomodada y no querían ser molestados, sentían violencia por la presencia de misioneros: un ambiente realmente adverso.

Si bien está pensada esta actividad apostólica para todos los años, no tenemos que vivirla como una costumbre, sino como un milagro que Dios nos concede y aprovecharlo, más en estos momentos que estamos viviendo como Iglesia.

 Luego de la pre-misión y los días de preparación, comenzamos la Santa Misión con lo más importante, la Santa Misa con el envío misionero. El P. Gonzalo Gelonch usando las palabras de San Alberto Hurtado, nos decía en el sermón que somos un “disparo a la eternidad”. Somos puestos en acción por Dios que nos creó y nos creó para algo. Debemos preguntarnos qué quiere de nosotros aquí y ahora, que es lo que nos pide. En este momento era la misión y ¡qué puesta en acción! ¡Qué desafío!

Los misioneros fuimos alrededor de 35 religiosos y tuvimos la ayuda de 45 jóvenes y otros laicos que estuvieron dando una mano con lo que hiciese falta (Realmente hubiese sido mucho más difícil hacer la misión sin su ayuda). Que alegría daba ver tantos jóvenes cooperando en la obra de Dios, siempre con alegría, buen espíritu y disposición para el trabajo.

Era impresionante ver como todo el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio estaba sostenido por las manos de Dios, que siempre que nos pide algo, nos da la gracia para poder superar los obstáculos. Cuánto bien permitido por Dios: visita de casas, bendición de estas, sacramentos (alrededor de 35 primeras comuniones y confirmaciones, 3 bautismos y otros sacramentos que quedaron por darse más adelante), confesiones, comuniones, rosarios de la aurora, procesiones (especialmente la de Corpus Christi), actos misioneros, imposición de escapularios, adoración y rosario continuo, actividades con niños y cuántas otras gracias más que no alcanzamos a ver.

Les dijo Jesús a sus apóstoles: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. (Mt 28,19) Que alegría espiritual da, ver que uno está cumpliendo con aquello que Cristo nos pidió y prolongando aquello para lo cual vino a este mundo. Él mandó a los misioneros que hagan conocido a su Padre y de este modo estén todos preparados para la segunda venida de Cristo. Esto buscamos estos días y de modo especial en este tiempo de Adviento como preparación para la venida de Cristo en la Navidad. No hay imitación de la vida de Cristo sin la Cruz, por eso tuvimos que pasar por ciertas pruebas, sacrificios, vencimiento de uno mismo, etc. Luego nos esperaba el gozo espiritual, ver como Dios se había hecho presente más de lo que pensábamos, cómo a partir de nuestros sufrimientos Dios se hace visible en las obras que en Él realizamos y nos muestra los frutos.

Dos cosas me quedaron resonando al finalizar la Santa Misión. En primer lugar, algo que el P. Gonzalo nos hizo notar al final de la misión: Nosotros tenemos un directorio de misiones populares y allí se nos dice cómo debemos hacerla (desde el horario a seguir con los detalles de cada actividad, hasta los metros que se deben hacer en las procesiones), por eso, si lo leemos y lo ponemos en práctica la misión va a dar frutos. Cristo nos mandó predicar el evangelio a todos los hombres, si nosotros lo hacemos vamos a estar haciendo el bien, cumpliendo la voluntad de Dios. Y la otra cosa, que va muy unida a esta, es que, al realizar este tipo de actividades apostólicas, muchas personas se ven beneficiadas por los religiosos y laicos que buscan hacerles el bien y que se acerquen a Dios. Pero también nosotros los misioneros nos vemos beneficiados. Realmente la misión es un tiempo de gracia tanto para los misionados como para los misioneros. «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que sacrifique su vida por causa mía, la hallará” (Mt 16,24). Todo el sacrificio, el cansancio tiene su recompensa y a veces Dios nos la adelanta y nos muestra algo de lo que nos espera en la vida eterna. Al finalizar la misión nadie quería irse, todos estábamos como hipnotizados al ver como Dios gobierna todo y como esparce su gracia por donde le place. Vemos que somos meros instrumentos para la obra salvadora del Señor.

Que estos días de testimonio intenso se prolonguen en nuestra vida y nos ayuden a dar el ejemplo que como cristianos y misioneros del IVE debemos dar siempre.

¡Viva la Misión!

Sem. Benito José Piergentili