En tiempos de guerra, la solidaridad es una de las virtudes que más relucen entre los afectados. Problemas, diferencias, rencores, se suelen dejar de lado para enfrentar juntos las penosas circunstancias por las que se atraviesa. Pero, si además, esta solidaridad es fruto de la auténtica caridad, entonces estamos delante de un irrefutable testimonio de caridad evangélica.

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Cuanto más, si ésta es a nivel institucional. Es el caso de la actividad caritativa que desarrolla la Iglesia en Gaza. Distintas personalidades locales nos han hecho llegar sus mil gracias por la presencia, por la asistencia a los más necesitados, y otras cosas. Ciertamente que el prójimo beneficiado de estas obras de misericordia se siente interpelado delante de tal actitud. La respuesta es simplemente, el “mandamiento nuevo”.

Lo entienden escuetamente y no pueden negar el verse edificados. Estamos, pues, en época de siembra, y de una “gran siembra”, entonces hay que sembrar. El Patriarcado Latino de Jerusalén ha puesto a servicio de los necesitados sus instalaciones y organizaciones.

La Escuela de la Sagrada Familia, perteneciente al Patriarcado, se ha transformado en el refugio de más de 900 personas afectadas por la guerra. Personas que llegaron sin nada, que no saben si sus casas están o no, algunos que desconocen el paradero de familiares y otros muchos, lamentando la pérdida de algunos o varios de ellos. Nos ha permitido el buen Dios, cooperar en su obra asistiendo a estas personas.

En la escuela, es necesario mantener las instalaciones funcionando, proveer agua, gasoil, alimentos, medicina, tomar decisiones, no siempre fáciles y otros muchos etcéteras.

Pero si, además de estas obras corporales, se puede hacer una visita, dar una palabra de consuelo o simplemente escucharlos, entonces la obra toda cobra una dimensión que escapa a lo que podemos mesurar y se transforma en un elocuente pregón de caridad evangélica.

Junto a Caritas hemos podido ayudar mucho gracias a Dios, a diversas escuelas, pero sobre todo en la nuestra. Uno de los grandes problemas en este momento de la guerra es la falta de agua. No hay agua. No es un problema nuevo. El agua en Gaza es salada. Luego de la destrucción de la planta desalinizadora en el 2009, el gobierno, las asociaciones y todos en general, luchan por tener agua potable. Cuanto más en estos momentos de altas concentraciones de personas en las escuelas y en pleno verano gazazy.

También en esto nos ayudó Caritas. Pudimos colocar enormes tanques de agua potable para esa gente. Otro tanto hicimos en la parroquia, al punto de abastecer todo el barrio de nuestros surtidores. Todos agradecidos. Caridad. Siembra.

Gracias a Caritas, montamos en nuestra escuela, una enfermería ad hoc: Un doctor y un farmacéutico para atender a heridos, niños y otros. Otras tantas gracias escuchamos de parte de los pobres beneficiados. Laus Deo!

Las Hermanas de la Madre Teresa no hacen un trabajo menor. Su trabajo firme y silencioso es por demás edificante. Ellas poseen un hogar en el establecimiento de la parroquia. Cuentan con 29 niños discapacitados, 10 abuelas, ni uno cristiano. También realizan visitas de casas y llevan adelante el grupo de oración. Trabajo silencioso y constante. Servicio al más pobre entre los pobres.

Testimonio de lo que significa vivir según las exigencias del “mandamiento nuevo”. Nadie puede callar la elocuencia de la caridad. Verdaderamente es algo nuevo. Ella se impone por sí misma, se abre paso aún en dificultades dificilísimas. Ella no hace acepción de personas. Ella triunfa siempre. Para nosotros es un “mandato”.

Nos conceda el Señor perseverar en el cumplimiento de ese “mandamiento nuevo”, para mayor gloria suya y para que su nombre sea conocido entro todos los pueblos.

In Domino

P. Jorge Hernández, IVE

Misionero del Instituto del Verbo Encarnado en Gaza

Gaza 01-08-2014

Fuente: http://www.ivemo.org